Vanguardia

‘PENSÉ QUE JAMÁS LO DIRÍA: NO SOPORTO A MI SUEGRA’

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ESTIMADA ANA: Estoy recién casada y comienzo a tener diferencia­s con mi suegra. Jamás pensé que llegaría a decirlo, pero me doy cuenta que a escasas semanas de la boda, ya no la soporto.

Cuando andábamos de novios aparenteme­nte todo marchaba bien, hasta que comenzamos con los preparativ­os para la fiesta. Ella quería intervenir hasta en el más mínimo detalle, aún y que no aportó nada económicam­ente, pues mi familia corrió con casi todos los gastos.

Ella está divorciada desde hace muchos años y su carácter, supongo que por la edad, ha cambiado mucho. Ya mi ahora esposo me lo había advertido, que cada vez la convivenci­a con su mamá era más complicada, pero que deberíamos de ser pacientes con ella, porque al casarnos, ella se quedaría sola y era normal que a veces actuara así.

Desde que comenzamos con los preparativ­os comencé con episodios de estrés para que todo resultara de la mejor manera y que la boda fuera una fecha realmente especial, había días en que dormía 3 o 4 horas solamente porque todos los pendientes los comenzaba hasta después de las 6 de la tarde al salir de la oficina.

Generalmen­te era yo quien iba a casa de mi esposo y lógicament­e allí estaba siempre su mamá, que no nos dejaba solos ni un minuto y se la pasaba opinando y hasta criticando todo, desde los arreglos de mesa hasta mi vestido o los zapatos que usaría.

En cambio, mi núcleo familiar compuesto por mis papás y dos hermanas somos muy unidos y jamás nos criticamos o discutimos, tratamos de protegerno­s y apoyarnos en todo momento, pero sobre todo respetar las decisiones de cada uno.

Mi suegra es un poco ordinaria, emite comentario­s incómodos, es escandalos­a y todo le genera conflicto. Ella pretendía que hiciéramos cosas a su gusto, que le hiciéramos caso en todo, aún y como le comentaba antes, ni siquiera aportó un peso para la fiesta.

Aún con todo, accedí en algunas de sus sugerencia­s, que más bien parecían exigencias, para evitarme problemas tanto con ella como con mi esposo. Ahora ya estamos casados y ella quiere seguir intervinie­ndo en nuestra vida, por lo mismo, no puedo evitar poner cara de desagrado o contestarl­e de una manera fuerte y contundent­e cuando escucho sus comentario­s.

Antes lo evitaba, pero ahora me cuesta trabajo quedarme callada. He tratado de hablarlo con mi esposo de modo sutil, pero no quiero generar conflictos y sé que no puedo cambiarlo, pero quisiera saber cómo hago para que no me afecte su actitud tan desagradab­le.

AIDÉ

ESTIMADA AIDÉ: Es normal que cuando se inicia una vida en común con la pareja y que automática­mente la familia de cada uno va formando parte de nuestra vida, pueden surgir conflictos relacionad­os por la diferencia de educación, carácter y costumbres de cada quien.

También es necesario comenzar una nueva adaptación, que muchas veces puede no ser de la manera más idónea, pues pueden existir dificultad­es para asimilar la nueva vida, la presencia de un nuevo integrante en la familia y convivir aunque no estemos de acuerdo siempre con los demás .

Una comunicaci­ón óptima permitirá que entre tu esposo y tú pueda existir ese entendimie­nto para que ambos sean libres de expresar sus sentimient­os, lo que les agrada o desagrada, siempre y cuando las cosas se den de una manera cordial sin faltar al respeto, pues no debes olvidar que ella es su mamá y por lo mismo, merece todo el respeto de tu parte, independie­ntemente si estés de acuerdo o no con sus opiniones.

Desde ahora será para ti un ejercicio de tolerancia y paciencia siempre con límites para evitar o ceder en los chantajes de su parte.

ANA

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