Vanguardia

El tequila

‘CATÓN’ CRONISTA DE LA CIUDAD

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Ahora está de moda, pero antes era mal muy visto eso de tomar tequila. En tiempos de la Revolución los generales bebían coñac, especialme­nte Henessy. Luego, tras el alemanismo, entró en boga el whisky. “Dame un escocés”, se oía en el bar del Regis, en El Patio, en todos los “echaderos” -la expresión la inventó Carlos Denegride la nueva familia revolucion­aria.

Nada más los mariachis bebían tequila. En las películas de Jorge Negrete y Pedro Infante el tequila se tomaba por galones. Una de las botellas de la marca Cuervo se llama todavía “infantita”, pues era la que Pedro Infante traía siempre a mano.

¿Ver en aquellos años a una dama con una copa de tequila? ¡Nunca! Las señoras bebían una poción llamada “Medias de seda”, pues aún no se conocían las margaritas o la piña colada. Tampoco eran tequileros los señores: el tequila no confería status. La bebida nacional era menospreci­ada. Mi sabio maestro don Antonio Guerra y Castellano­s solía disgustars­e cuando alguien celebraba con una carcajada alguna de sus ingeniosid­ades. Decía, elegante y despectivo:

-La sonrisa es la burbuja del champaña. La carcajada es el eructo del tequila.

De pronto los extranjero­s nos mostraron que el tequila es algo de mucha considerac­ión. Ya todos lo conocen, menos los académicos de la Lengua Española. En su copioso diccionari­o los sabios peninsular­es definen al tequila diciendo que es una “bebida mexicana semejante a la ginebra”. ¡Háganme ustedes el refabrón cavor! ¿En qué carajos se parecen el tequila y la ginebra, aparte de que con las dos bebidas puedes ponerte hasta atrás, y más allá si quieres? Esos señores de la Lengua, o no tienen paladar, o no han probado el tequila, o no conocen la ginebra.

En esto del tequila se han puesto en uso procedimie­ntos que en mis tiempos no se conocían, y que no dejan de ser heterodoxo­s, como beberlo en copa coñaquera, tomarlo helado, o mezclarlo con refresco de cola o de toronja, o con agua mineral. A mí no me gustan esos extraños usos. Yo pido siempre mi tequila solo, a la temperatur­a ambiente, en caballito, o sea copa tequilera. Y doble, lo cual es costumbre muy recomendab­le que ahorra tiempo y esfuerzo a quien lo sirve y a quien se lo toma.

La moda del tequila trajo consigo su encarecimi­ento, y la proliferac­ión de nuevas marcas. Más de mil hay, según me dicen, con nombres tan peregrinos como “Suave Patria”, “Chivas” y “La Madre”. Hasta Jaime Rodríguez, apodado El Bronco, gobernador de medio tiempo de Nuevo León, va a hacer su propio tequila, que llevara su apodo como nombre.

Algunos tequilas vienen en botellas de lujo, igual que las del más caro licor llegado de la Europa. Cierta fábrica envasa el suyo en pomos de cristal cortado que se pueden vender después en 500 ó 600 pesos. (Yo he probado ese tequila y, la verdad, el continente es mejor que el contenido). Se ven botellas de color azul, y verde, o hechas de cerámica como aquéllas en que viene el saki japonés, y otras de formas retorcidas, en estilo art nouveau.

Y ¿qué me dice usted del precio? Mi marca preferida de tequila costaba hace unos cuantos años 60 pesos. Ahora anda en 300. Con esa inflación ¿cómo puede haber inflación?

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