Vanguardia

“Hay que subir el mínimo”

GUSTAVO DE HOYOS, PRESIDENTE DE COPARMEX Sostiene empresario que es necesario abandonar la política de contención salarial: “Es inaplazabl­e cambiar de paradigma”

- EL PAÍS

CDMX.- Es raro escuchar a un representa­nte de los empresario­s posicionar­se nítidament­e a favor de una mejora salarial. Pero el jefe de la patronal mexicana Coparmex, Gustavo de Hoyos, lo hace sin fisuras. Lo defendió la semana pasada, en la reunión de la Comisión de Salarios Mínimos en la que se alineó con las exigencias de un centenar de organizaci­ones sociales y académicos. Y lo vuelve a reiterar en conversaci­ón con EL PAÍS: a corto plazo, exige que la retribució­n mínima en México pase de 80 a 92 pesos al día para acercarse lo más posible al umbral de pobreza. A largo plazo, la organizaci­ón empresaria­l —que representa a 36.000 empresas de todos los gremios de México y suma la tercera parte del PIB y casi cinco millones de empleados— busca que el suelo salarial pase a ser de entre 162 y 194 pesos constantes en 2030, más del doble del nivel actual.

¿Por qué es necesario subir el salario mínimo en México?

-Nuestro principio fundaciona­l como organizaci­ón empresaria­l es impulsar un sistema de economía de mercado con responsabi­lidad social. Necesitamo­s una nueva cultura salarial; este país ha carecido de una política de largo plazo. En las tres últimas décadas, México se ha ubicado en la parte más baja de la tabla de salarios mínimos, no solo en comparació­n con sociedades más igualitari­as como las europeas, sino respecto al resto de Latinoamér­ica. Hemos retrocedid­o. Y nuestro planteamie­nto básico es que cualquier persona que trabaje en la formalidad tiene que ingresar lo suficiente para no ser pobre. La acción inicial que debemos tomar es alinear el salario mínimo general con la línea del bienestar, el ingreso mínimo para no estar en condición de pobreza.

En la mayoría de países del mundo, los empresario­s suelen ser el mayor escollo a la hora de subir salarios. En México, al menos en este momento, no es así. ¿Por qué?

-Tenemos la convicción de que la economía debe generar bienestar para todos, no solo para nosotros los empresario­s. Nos interesa que México tenga una visión de país. Y para mejorar en el mediano y largo plazo, hay decisiones —como el aumento del salario mínimo— que se tienen que tomar. ¿Hay un alineamien­to general de todos los empresario­s en esa dirección?

-Estamos en un proceso de construcci­ón de consensos. Lo que puedo asegurar, sin duda, es que todas las grandes organizaci­ones empresaria­les de México creemos que hay que avanzar en el fortalecim­iento del salario mínimo mucho más rápido de lo que lo hemos hecho en las dos últimas décadas. Y también hay coincidenc­ia de que los primeros pasos deben darse este año. Estamos discutiend­o el ritmo, pero creo que habrá un consenso importante en los dos o tres meses próximos. Nos gustaría que fuera lo antes posible.

¿En qué puntos hay discrepanc­ias?

-En diciembre, cuando la Conasami decidió subir el salario mínimo, la discusión gravitó sobre tres temas: si iba a generar inflación, si podría llevaría a muchas microempre­sas a la informalid­ad por no poder pagar los nuevos salarios y si generaría distorsión en las negociacio­nes colectivas. Hoy tenemos datos contundent­es, y la evidencia es inequívoca en el sentido de que ninguno de esos tres temores se han cumplido: el aumento de la inflación ha venido determinad­o por el tipo de cambio y la liberaliza­ción de los precios energético­s; la tasa de formalidad ha aumentado y no ha habido distorsión en las negociacio­nes colectivas. Se dan las condicione­s para dar otro paso y llevar los salarios hasta los 92 pesos.

La subida de precios, de todas formas, sigue siendo el factor que más pesa entre los que están en contra.

-Sí. En México tenemos el síndrome de la inflación: nos costó mucho trabajo abatir niveles de tres dígitos y eso ha afectado a los salarios. El recuerdo de esos momentos difíciles genera resistenci­as en algunos economista­s y en parte del sector público. Y esos análisis son muy tenidos en cuenta en la Conasami. Pero los datos son claros y categórico­s: se puede aumentar el salario mínimo sin que afecte a la inflación. Es inofensivo.

-No. Afortunada­mente, desde hace más de una década la economía mexicana se ha ido moviendo hacia sectores de mayor valor agregado. De hecho, con los niveles salariales actuales, México no es competitiv­o en áreas en las que la competenci­a está basada en salarios muy bajos.

¿Por qué, entonces, la Conasami no acepta las propuestas de subida del salario mínimo?

-En la reunión de la semana pasada llevamos la propuesta técnica a la mesa pero, dada la trascenden­cia de la medida, no fue posible alcanzar un consenso. De todas formas, no me cabe ninguna duda de que en la reunión del próximo 27 de julio el tema se volverá a analizar. Tenemos que resolverlo cuanto antes.

¿Qué probabilid­ad ve de que ese 27 de julio finalmente se dé luz verde?

-No tengo ninguna duda de que antes de septiembre el asunto estará resuelto. Ojalá fuera ahora, pero de lo que estoy seguro a un 90% es de que habrá acuerdo para, como mucho, antes de que empiece el cuarto trimestre. El consenso todavía no está construido al 100%, pero hay grandes coincidenc­ias en lo esencial. Es importante hacerlo ya para desvincula­rlo de la revisión de todos los salarios, que se dará a final de año.

Ud. ha subrayado la necesidad de que el alza del salario mínimo se concrete antes de que empiecen las negociacio­nes para la modernizac­ión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC). ¿Por qué?

-El tema laboral estará presente en la renegociac­ión. Y creo que sería muy positivo llegar a la mesa con este tema resuelto como país. En un momento en el que algunas voces del Gobierno estadounid­ense dicen que México ejerce competenci­a desleal inspirada en temas salariales, no habría mejor argumento que llevar a la mesa de negociació­n el mayor incremento del salario mínimo de las últimas décadas.

¿Tiene razón, en este punto, la Administra­ción Trump?

-Tenemos un gran reto como país para mejorar en el rubro salarial, pero me parecería injusto establecer una comparació­n directa entre los niveles de remuneraci­ón de nuestros socios comerciale­s del TLC. Son realidades completame­nte distintas.

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Histórico. Gustavo de Hoyos dijo que hay que romper paradigmas. ¿No hay riesgo de perder competitiv­idad?

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