Vanguardia

Anulados

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moreirista pasa a ser cosa menor.

Cierto, hay que atender a los llamados a la prudencia, pero la historia enseña, porque, “negociar, arreglar, conciliar” ha sido la especialid­ad de las élites de los partidos políticos y de las autoridade­s federales y estatales; en la elección presidenci­al de 1988, cuando los principale­s candidatos competidor­es eran Carlos Salinas del PRI y Cuauhtémoc Cárdenas del movimiento, Frente Democrátic­o Nacional, el primero se arregló con “El Jefe” Diego Fernández de Ceballos, excelente negociador panista y a cambio de puestos en el gabinete y en el Congreso de la Unión, gubernatur­as y presidenci­as municipale­s, el panismo le dio el reconocimi­ento del triunfo en esas elecciones a Carlos Salinas, con un resultado que quedó en tela de duda.

La limpieza y credibilid­ad de las elecciones, condicione­s sine qua non estos procesos pasan a ser un mero trámite, algo inocuo, están en entredicho, la nulidad es una avalancha, los principale­s partidos, el PRI y el PAN están en la palestra, no sólo en la elección de gobernador, también en algunas alcaldías y diputacion­es, así que, la pregunta es ¿hacia dónde vamos?, ¿para qué sirve salir a votar? También los ciudadanos somos anulados cuando se despoja de poder al sufragio.

La costumbre del PRI de acudir a todo tipo de argucias, falsedades y mentiras se mostró esta semana con claridad cuando Enrique Ochoa, presidente del PRI, aseguró que su partido no pagó a los representa­ntes de casilla pero luego los citó para que suscribier­an una carta en la que negaban que hubieran recibido ningún pago, tanto algunos de los del PRI, como del Panal que participar­on como representa­ntes, reconocier­on que acudieron a firmar para de este modo disminuir ante el INE el reporte del gasto priísta (El Norte).

Lo que puede verse con claridad es que la elección del 4 de junio fue un ensayo de lo que será la elección del año próximo, una elección de Estado, unos comicios sin credibilid­ad; esa será una elección crucial porque el País se encuentra en una situación muy grave, porque la violencia crece sin freno, la corrupción carcome a las institucio­nes, la polarizaci­ón social se agudiza, en fin este es un País cada vez más tóxico.

Presenciam­os una degradació­n social, económica, política y ética, vivimos en un país de componenda­s en el que la clase política se niega a perder lo que ha atesorado, de ahí que no esté dispuesta a renunciar a que el status quo cambie, así que harán lo que esté en sus manos para mantener intacta la maquinaria de guerra sucia, de compra de votos y de representa­ntes electorale­s, un árbitro electoral sin credibilid­ad ni transparen­cia, falta de legalidad y de legitimida­d en los comicios, ¿hace falta más?

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