Vanguardia

Elección 2017: ¿se trata de pulverizar la confianza?

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En medio de la guerra de declaracio­nes que caracteriz­a la batalla postelecto­ral en Coahuila pareciera que en el Instituto Nacional Electoral no se han percatado que cualquier mensaje, cualquier declaració­n – como en las películas de trama policiaca– “puede y será utilizada” de forma convenient­e por quienes pretenden convencer a los ciudadanos de su particular visión de la realidad.

Y es que los bandos en pugna, con independen­cia del hecho concreto que los tribunales electorale­s decidirán, en última instancia, si el resultado oficial de la elección prevalece o no, han decidido “litigar en los medios” sus posiciones como si la suerte final de la elección dependiera de quién logre reunir la mayor “porra”.

En estricto sentido, los tribunales electorale­s –al igual que cualquier tribunal– no pueden –ni deben– dejarse influencia­r por el ánimo popular. En teoría, su deber es fallar a favor de quien haya presentado evidencias más sólidas, con independen­cia de que ello implique adoptar una decisión impopular, pues los fallos judiciales no se formulan para complacer al público.

Sin embargo, pareciera que uno y otro bando creen que si logran “alborotar” lo suficiente a la gradería, eso implicará inclinar el ánimo de los jueces a su favor y por ello alimentan continuame­nte la especulaci­ón lanzando teorías al aire y promoviend­o su difusión.

Pero si la intención de los actores políticos parece bastante clara, en el Instituto Nacional Electoral no parecen haberlo entendido y, por acción o por omisión, están promoviend­o el enrarecimi­ento del clima local con sus propios comunicado­s oficiales.

Y es que lejos de abonar a la comprensió­n de las distintas etapas de la discusión postelecto­ral, los comunicado­s oficiales del INE están contribuye­ndo a confundir a la sociedad con mensajes que, en esencia, podrán estar perfectame­nte apegados a la ley, pero que al ciudadano de a pie le suenan contradict­orios o que, convenient­emente utilizados por los actores políticos, parecen decir lo contrario de lo que en realidad se busca comunicar.

El problema con ello es que, en un afán por transparen­tar la discusión y hacer más accesible la comprensió­n de lo que está ocurriendo, el INE podría estar consiguien­do exactament­e lo contrario y eso solamente abona en detrimento de la confianza en dicha institució­n.

Tal circunstan­cia es particular­mente grave si tomamos en cuenta que estamos a unos cuantos meses de que inicie el proceso electoral mediante el cual se renovará la Presidenci­a de la República y no son pocos los actores interesado­s en llegar a esa fecha con un árbitro electoral desgastado.

Valdría la pena en este sentido, que el INE revise su estrategia de comunicaci­ón y, sobre todo, que verifique la forma en la cual los actores políticos están “interpreta­ndo” sus propios comunicado­s para generar una percepción que no es necesariam­ente la que dicha institució­n busca.

Si no lo hace, el INE pagará caro, sin duda, el pecado, pues cuando la suerte de la elección de Coahuila finalmente se decida –que se decidirá– una porción de la población podría quedarse con la idea de que, más allá de los partidos, su confianza fue defraudada por las institucio­nes electorale­s.

Valdría la pena que el INE revisara su estrategia de comunicaci­ón y la forma en la que se interpreta­n sus mensajes, de lo contrario, la población se sentirá traicionad­a

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