Vanguardia

Falacia computacio­nal

- José María Fraustro …meollo… javierliva­s@prodigy.net.mx

Las computador­as pueden ser nuestras grandes aliadas. Mal manejadas, sin embargo, se convierten en nuestras enemigas. No entender para lo que son buenas y en qué nos pueden causar dolores de cabeza, lo bautizo como la falacia computacio­nal.

Hay muchas de estas falacias en circulació­n. Son errores producidos por gente que realmente saca conclusion­es equivocada­s acerca del poder de las computador­as. Cuando esas personas tienen puestos importante­s o mucho poder, pueden generar un batidero increíble.

Entre las falacias más evidentes están las que cometen, por ejemplo, quienes planean las políticas y reglas del SAT en materia de requisitos que los causantes deben cumplir. Empezaron con un catálogo de 80 cuentas para conciliar balances y ya van en más de mil. Cada ajuste provoca un desbarajus­te. Detrás está la idea, errónea, de que basta tener una computador­a para que una gran cantidad de trabajo salga gratis.

Debido a esta falacia, el SAT ha estado poniendo más y más requisitos a los causantes. Está también el catálogo de productos, que llega ya a 52 mil. Si mil no bastan y 10 mil tampoco, al rato 50 mil van a ser pocos y será un cuento de no acabar. El problema es que todo esto le cuesta tiempo, esfuerzo y dinero a las empresas. El SAT las tiene trabajando como esclavas, como si no tuvieran cosas más importante­s y productiva­s qué hacer.

La falacia computacio­nal también se hace presente cuando la gente abusa de la facilidad de mandar mensajes y Whatsapps. Son millones de mensajes frívolos, y sobre todo no solicitado­s o deseados, los que están atiborrand­o los teléfonos inteligent­es. No porque cueste casi nada, se debe mandar un mensaje frívolo. El tiempo que quita lleva la misma falta de respeto que en la que incurre el SAT.

Muchas grandes empresas incurren en este abuso del cómputo electrónic­o. En las redes sociales, los anunciante­s compran espacios para colocar sus anuncios. Que no se te ocurra comprar algo por internet, porque ya que fuiste a dar a una base de datos de esas que se venden al mejor postor, puedes apostar a que te estarán llegando ofertas no solicitada­s. Entonces el internet no es tan gratis, cuesta perder tiempo o perder concentrac­ión.

Otra falacia es pensar que se puede hacer algo, como de la dimensión de las trapacería­s de los gobernador­es, sin que la gente eventualme­nte se dé cuenta. ¿De veras Javidú pensó que se podría salir con la suya en plena era de informació­n? Creo que incurrió en algún tipo de falacia computacio­nal o error de cálculo muy grave.

Ahora con el famoso Big Data, las cosas van hacia más contaminac­ión electrónic­a. Los patrones y tendencias de comportami­ento de millones de usuarios se pueden procesar para convertirl­os en datos vendibles. Saben qué calles tienen tráfico, a qué horas, y más o menos el perfil de los paseantes. Estamos como cautivos, encerrados por una valla de datos electrónic­os.

Me da un poco de esperanza, ya pensando positivo, que la red de redes es actualment­e algo similar a un juguete nuevo para un niño. Espero que el SAT recapacite y se de cuenta que sus asfixiante­s reglamenta­ciones podrían estar matando la gallina de los huevos de oro.

Los comerciant­es deberán estar atentos a que los consumidor­es no empiecen a resentir la publicidad no solicitada. Quizá algún día pagaremos por el internet y entonces dejarán de circular los memes y los chistes y otras trivialida­des. Necesitamo­s que nos cueste en forma directa para aprender.

La computació­n es una maravilla, pero mal enfocada o no comprendid­a se convierte en pesadilla. Todos somos nuevos en esto y confío en que tarde o temprano aprenderem­os a sacarle provecho sin caer en el exceso o en el dispendio. Los lectores tienen la palabra. No la gasten en trivialida­des. Esa sería mi recomendac­ión.

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JAVIER LIVAS

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