Vanguardia

DE NIÑA A MUJER

- APOLONIO ALVARADO

Mónica no para de llorar; desde hace días su hogar es un infierno.

Pasa los días caminando por su casa buscando una respuesta a tantas preguntas que asaltan su mente; ni sus hijos, los más pequeños, logran sacarla del marasmo en que ha caído, es más, mejor le huyen para que sobre de ellos no descargue su ira contenida.

Axel y Juan, de tan sólo 6 y 8 años, no se explican qué sucede, pero en la calle con sus amiguitos se la pasan mejor que al lado de su madre, de su padre, mejor ni hablar, se ha convertido en un ogro.

La amargura se respira en la casa de dos recámaras, la sala que también sirve para ver tele y la cocina donde el alimento diario son gritos y reproches.

Es una casa como muchas, de barrio popular con fachada de colores chillantes. Ahí viven Mónica y su marido Juan, un macho acostumbra­do a mandar a gritos, “por eso es el que lleva los pantalones”; Axel y Juan, los más chicos, y Nallely, la princesa de la casa.

Ella, la jovencita de 14 años está por terminar la Secundaria; estudia en la “Tres”, una escuela de la colonia Bellavista. No es una alumna brillante pero tampoco se “llevó ninguna materia”; es una niña promedio.

Así como su madre, Nallely se ha vuelto huraña, ya no se le ve por las calles con sus amigos; va de su casa a la escuela y se regresa a toda prisa para encerrarse en su cuarto... así pasa el tiempo.

Atrás quedaron los días que ilusionada, junto con su padre y madre preparaba la fiesta de graduación: que el vestido, que el ramo, el anillo… todo eso ya es olvido. ¡Ah!, y qué decir de los planes para sus “Quince”, si hasta el padre vendió la troca porque su princesa “merece todo”.

El salón, conjunto, vestido, músicos, todo eso está listo porque, ¿sabe? los 15 los cumple en agosto, aunque las invitacion­es aún no se han repartido; de eso ya nadie habla.

Juan, el padre, desde hace tiempo se refugió en el alcohol y así es mejor no hablar con él, ya hasta ni al negocio que tiene le pone atención; el vino es su confidente, su amigo…

Una mañana, de esas cuando en ese hogar reinaba la alegría y las risas se escuchaban hasta en la calle, Nallely, al prepararse para ir a la escuela descubrió dos pequeñas protuberan­cias en medio de sus aún no desarrolla­dos senos, eran algo así como barritos, pero de mayor tamaño y algo duros. De inmediato fue con su madre.

Alarmada, Mónica la llevó con el Doctor Simi, quien le aconsejó que fuera un ginecólogo quien la valorara.

El especialis­ta ordenó sacarle unas radiografí­as; el asunto era más que urgente. Al estar a punto de sacarle las placas, el encargado de rayos x lanzó la pregunta: “¿No estás embarazada, verdad?”.

Nallely salió llorando del lugar, lo que alarmó a su madre, quien asustada preguntó lo que pasaba. La niña, la princesa de papá soltó la verdad: “¡Estoy embarazada!”. Mónica sintió que el piso se hundía y con él todas las ilusiones que tenía puestas en su hija. Desde entonces perdió el interés por la vida.

Nallely, aunque pasó el examen de admisión en la Universida­d Tecnológic­a de Derramader­o, no sabe si logrará su sueño de terminar la prepa.

En México, cada año 450 mil adolescent­es resultan embarazada­s y Coahuila es líder en embarazo precoz. Nallely es parte de estas estadístic­as.

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