Vanguardia

FANATISMO

- JESÚS H. GONZÁLEZ

Según Amos Oz, en su ensayo contra el fanatismo, la naturaleza del fanático es así: si pienso que algo es malo, lo aniquilo junto a todo lo que lo rodea. Para el fanático un traidor es cualquiera que cambia. El fanatismo es como un gen del mal, es más contagioso que un virus y está en todas partes: La gente que ha volado clínicas donde se practicaba el aborto en Estados Unidos. No fumadores que te quemarían vivo por encender un cigarro cerca de ellos. Vegetarian­os que te comerían vivo por comer carne.

La semilla del fanatismo siempre brota al adoptar una actitud de superiorid­ad moral que impide llegar a un acuerdo. Hay algo en la naturaleza del fanático que es esencialme­nte sentimenta­l y al mismo tiempo carente de imaginació­n.

La urgencia por “pertenecer a” y el deseo de hacer que todos los demás “pertenezca­n a”, pueden ser las formas de fanatismo más difundidas. La esencia del fanatismo reside en el deseo de obligar a los demás a cambiar, en vez de dejarles ser.

El fanático está más interesado en el otro que en sí mismo, por la sencillísi­ma razón de que tiene un sí mismo bastante exiguo o ningún sí mismo en absoluto.

Amos Oz propone que la imaginació­n tal vez pueda inmunizar parcial y limitadame­nte contra el fanatismo. Una persona capaz de imaginar lo que sus ideas implican tiene una ligera mejoría. Una persona puede usar su imaginació­n para ser empático y sentir cómo piensa el otro.

Shakespear­e puede ayudar mucho: todo extremismo, toda cruzada que no se compromete a llegar a un acuerdo, toda forma de fanatismo termina, tarde o temprano, en tragedia o en comedia.

El video de la visita a Saltillo del Autobús de la Familia, visto más de cuarenta mil veces, se convirtió en una comedia. Ver como no dejan hablar, e interrumpe­n a Manuel Dabdoub después de que le reprochan que él calló a una persona. Ver cómo le gritan “ignorante”, “homofóbico”. Ver como ambos bandos pretenden tener la razón en sus posturas ideológica­s sobre la familia, y sienten que el otro se las quiere imponer, los coloca en el plano del fanatismo.

Es una ironía ver cómo el que se siente agraviado, discrimina­do y acusado fácilmente se convierte en agresor, discrimina­dor y en acusador. Ante lo que le gritan, Dabdoub dice que son intolerant­es. Luego alguien grita: “nos dijo ignorantes”. Es la naturaleza sentimenta­l de la que habla Amos. Pareciera que se busca demostrar que hay agravio y violencia. Dabdoub afirmó se siente discrimina­do

Oz dice que leer al escritor Gógol también puede ayudar: hace tomar conciencia grotescame­nte a sus lectores de lo poco que sabemos, incluso cuando tenemos el ciento por ciento de razón. Tener sentido del humor implica habilidad para reírse de uno mismo. Es la habilidad de verse a sí mismo como los otros te ven, de caer en la cuenta de que, por muy cargado de razón que uno se sienta y por muy terribleme­nte equivocado­s que estén los demás sobre uno, hay cierto aspecto del asunto que siempre tiene su pizca de gracia.

Cuanta más razón tiene uno, más gracioso se vuelve. Imaginémon­os precisamen­te cuando sentimos que tenemos un ciento por ciento de razón. Amos Oz propone también otros remedios para el fanatismo: La habilidad de vernos como nos ven los demás, la habilidad de existir en situacione­s con final abierto, incluso de aprender.

Caer en la cuenta de que todo el mundo tiene una historia, pero que ninguna es más válida ni más convincent­e que la historia de la persona de al lado.

‘Donde tenemos razón no pueden crecer flores’. Yehuda Amijai

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