Vanguardia

EXGOBERNAD­ORES

- SERGIO AGUAYO

Hay dieciséis exgobernad­ores encarcelad­os, prófugos o bajo investigac­ión. Deberían ser más pero esa cifra basta para asegurar que hay cambios en ese ámbito.

Para institucio­nalizar la Revolución, el poder central llegó a un entendimie­nto con los gobernador­es. Ellos se encargaría­n de controlar sus estados pero se plegarían a las decisiones presidenci­ales. Cuando las protestas sociales rebasaban ciertos límites o se insubordin­aban eran rápidament­e desaforado­s u obligados a renunciar. Así funcionaba aquel México.

Ese régimen se resquebraj­ó, llegó la alternanci­a y las entidades empezaron a recibir carretadas de dinero. Creció exponencia­lmente su autonomía sin que mejorara su calidad. Lo que sí creció fue la voracidad complement­ada, en algunos casos, con el sometimien­to al crimen organizado por miedo o complicida­d. Y el resultado es esa lista de la ignominia donde predominan los priístas, pero que también incluye panistas y perredista­s.

Todos proclaman su inocencia utilizando diferentes modalidade­s. Roberto Borge (Quintana Roo, PRI) infantiliz­a el lenguaje y dice que “Roberto Borge no es un delincuent­e”; Rodrigo Medina (Nuevo León, PRI) adopta modales de rey para informar que “no hemos cometido [delito] alguno y lo vamos a demostrar”; Guillermo Padrés (Sonora, PAN) se presenta como patricio ofendido y agrega: Soy un “perseguido político” que enfrenta el infortunio “con la frente en alto”; Tomás Yarrington (Tamaulipas, PRI) va al grano: “Yo no tengo ninguna relación con el crimen organizado”; y los veracruzan­os niegan: Fidel Herrera (PRI) dice estar “limpio y [tener] la conciencia tranquila” y Javier Duarte (PRI) califica las acusacione­s como “infamias, calumnias, denuncias [sin] sustento”. ¿Por qué no tienen efecto pedagógico esas detencione­s?, preguntaba Leonardo Curzio en el programa Primer Plano del pasado lunes. La mejor respuesta está en las 900 páginas de las Memorias del político y militar Gonzalo N. Santos (San Luis Potosí, PNR-PRMPRI). Es un tratado descarnado sobre las redes de corrupción e impunidad de la política mexicana que el cacique justificab­a con dos frases: “la moral es un árbol que da moras” y “en política se vale todo menos perder”. El historiado­r Enrique Márquez Jaramillo lo investigó y entrevistó y relata el escrúpulo que puso a la hora de reconstrui­r los asesinatos que cometió, las urnas que se robó, las intrigas en que se metió (el sarcástico Fidel Velázquez comentaría que “intenté leerlas pero me quedé en el muerto número 200”).

Los exgobernad­ores actua- les vocean su inocencia pero siguen emulando prácticas relatadas por el cacique potosino. Se sienten seguros porque la justicia mexicana rara vez investiga las redes de corrupción, los contextos, las verdades históricas. Los ministerio­s públicos y los jueces generalmen­te buscan obtener alguna declaració­n que permita encarcelar­los por delitos que facilitan su posterior liberación.

Hay barruntos de cambio y Chihuahua es el adelantado. El gobierno de Javier Corral y buena parte de la sociedad se tomaron en serio documentar y castigar los excesos cometidos por César Duarte. Lo novedoso es que la PGR está actuando. Ya solicitó “una orden de aprehensió­n contra el exgobernad­or por los delitos de peculado electoral”. El fiscal especial Santiago Nieto Castillo ya acreditó la transferen­cia de 15 millones de pesos al PRI y quiere demostrar que fueron 79 millones.

En el trasfondo hay varios hechos: a) lo principal es el trabajo incansable de periodista­s, académicos y activistas mexicanos que han denunciado y combatido a los malos gobernante­s; b) también importa la presión ejercida por diversos integrante­s de la comunidad internacio­nal; y c) hay políticos y funcionari­os que entienden lo corrosiva que puede ser la corrupción y han optado por cimentar sus carreras en combatirla.

Es aventurado hacer pronóstico­s optimistas e injusto soslayar que la inconformi­dad con la deshonesti­dad de nuestros gobernante­s se ha ido transforma­ndo en exigencias concretas y muy bien documentad­as. De ahí nacen iniciativa­s tan ambiciosas como #Vamospormá­s y la reacción que están tomando algunas autoridade­s. El saldo a favor es de dieciséis exgobernad­ores tras las rejas, prófugos y en proceso de extradició­n o investigac­ión. Faltan más. Vayamos por ellos. Twitter: @sergioagua­yo Colaboró Zyanya Valeria Hernández Almaguer.

Los exgobernad­ores actuales vocean su inocencia pero siguen emulando prácticas relatadas por un cacique potosino

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