La devastadora fuerza de la indiferencia
ocupaba ya de ello. En muy poco tiempo dejaron incluso de procurar el mantenimiento más elemental y ya ni siquiera sacudían el polvo o arrancaban la yerba.
Un oriundo del pueblito regresó tras una breve ausencia y se quedó asombrado por la decadencia que al cabo de unos meses había arrasado con su terruño como un ciclón.
Y allí la enseñanza: que la fuerza más destructiva de la naturaleza es la apatía, la indiferencia.
Por hoy me va a tener que disculpar si no recuerdo el origen de esta anécdota, ni siquiera su correcto desenlace. El que la conozca me la remite por favor.
Permanecer indiferentes o neutrales es una comodidad muy destructiva.
No sé si lograré hacer clic correctamente entre las dos ideas que trato de vincular, pero déjeme intentarlo.
Quiero decir que justo ahora que vivimos tiempos de incertidumbre necesitamos pronunciarnos, adoptar una postura en lugar de cruzarnos de brazos.
Hoy día que, aunque hay quienes dan por hecho la anulación de la pasada elección coahuilense, mientras que otros dan por sentada la exitosa impugnación de todas las posibles causales de invalidación, hay un grupo que pretende nadar “de a muertito” en tanto las aguas definen su cauce.
La incertidumbre política en que hemos caído no es excusa para permanecer neutros. Al contrario, es ocasión para definirse ya sea por la alternancia o por la continuidad del régimen.
Los que pretenden pasar por conservadoramente neutrales porque aún no hay un color que pinte, no se vislumbra un claro panorama todavía, no lo hacen por un afán de comportarse ecuánimes y con su imparcialidad evitar contaminar un proceso que ni siquiera necesita de su moderación para definirse.
Si existe acaso algo todavía más degradante que ser siervo devoto del régimen tricolor, están quienes no tienen más color que el interés personal y otra lealtad que no sea con el poder.
Es muy fácil excusarse en una pretendida imparcialidad cuando la moneda aun está en el aire girando.
Pero es hoy más que nunca cuando debemos demostrar de qué lado estamos. Sobre todo quienes podrían ver beneficiados o perjudicados ingresos dependiendo de quién sea el próximo Gobernador… como podría ser el caso de algunos periodistas y medios de comunicación, principalmente.
Querer pasar por objetivo cuando en realidad lo que se pretende es no enemistarse con nadie hasta ver cómo se acomoda la escena política local, es doblemente vil.
Es tiempo de pronunciarse, de repudiar el agonizante régimen actual o, en su defectuosísimo defecto, de ensalzarlo y pedir que se perpetúe, por lo menos un sexenio más.
¿Por qué? Porque ello nos define, nos quita las máscaras y le dice a todo el mundo de qué lado estamos. Mientras que jugarle al neutral como camuflaje de la vileza y el servilismo, es todavía más pusilánime que quien está dispuesto a caer junto con sus convicciones.
Esos que ya decidieron cruzarse de brazos hasta que “algo suceda” son igualmente o peor de perniciosos que los indiferentes del relato inicial y por consiguiente de una fuerza destructiva casi imperceptible, silenciosa pero avasalladora como un ciclón.
petatiux@hotmail.com facebook.com/enrique.abasolo