Vanguardia

Una nueva verdad inconvenie­nte

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Hoy, una década más tarde, Gore vuelve con la segunda parte del documental: “An Inconvenie­nt Sequel”, una nueva mirada al trance que enfrenta el planeta y lo que se ha hecho para combatirlo. La semana pasada me encontré con Gore en Los Ángeles para conversar sobre la nueva película. Antes que nada, le pregunté cómo había conseguido mantenerse optimista después de décadas de ser testigo de la parálisis ante la crisis ambiental. “He visto las soluciones desarrollá­ndose muy rápidament­e en años recientes”, me dijo. “La prioridad es aprender de esto”. Desde hace tiempo, Gore ha enfocado su estrategia en dos vertientes fundamenta­les: la informació­n y la esperanza. A pesar de la resistenci­a de lo que llama “los grandes contaminad­ores” —la poderosa industria de los hidrocarbu­ros— Gore insiste en que el mundo está abriendo los ojos después de ver las señales inequívoca­s que envía la naturaleza. “La opinión pública ha estado cambiando poderosame­nte en la dirección correcta”, me dijo con vehemencia. “La gente entiende las cosas porque ve todas las noches que las noticias son como un capítulo del Apocalipsi­s”.

El nuevo documental de Gore cuenta el largo camino para la aprobación del acuerdo climático de París, en el que Gore jugó un papel fundamenta­l. Es evidente, al ver la película, que la intención de Gore era terminarlo ahí, en el esperanzad­or momento en el que casi todo el mundo se puso de acuerdo, de manera tan pero tan improbable, para reducir la contaminac­ión de la atmósfera. Para desgracia de Gore, el triunfo de Donald Trump en 2016 lo obligó a darle un giro indeseable al documental: contemplar la llegada al poder de un dinamitero de la buena lucha por el planeta. Pero ni las recientes decisiones de Trump, incluido retirar a EU del histórico acuerdo de París, ha conseguido que Gore cambie de tono. Lo suyo es el optimismo inamovible. “Vamos a ganar esta batalla y yo tengo mucha esperanza”, me aseguró Gore hace unos días.

La película y el discurso de Gore ofrecen motivos para la esperanza. Desde el giro de China e India hacia las fuentes de energía renovable o el descenso constante del costo de esa misma fuente de electricid­ad en varias partes del mundo, es ocioso negar el progreso de la conciencia global sobre la amenaza que todos enfrentamo­s. Aun así, hay factores que obligan incluso a figuras como Gore a aplacar su optimismo. El más preocupant­e es lo que el propio Gore llama “una falta de sentido de urgencia” que, sumado a una errónea percepción del riesgo que enfrentamo­s, crea una disonancia entre la verdadera emergencia y las acciones cotidianas de millones de personas. Me explicó con un sondeo reciente de la Universida­d de Yale analizado hace poco en el New York Times. El dato más interesant­e reveló que una mayoría de estadounid­enses acepta que el calentamie­nto global está ocurriendo y es un riesgo para su país y el planeta. Al mismo tiempo, sin embargo, sólo una minoría reconoce que el cambio climático le afectará. Es decir: a pesar de que el peligro no podría ser más grande y claro, la mayoría insiste en pensar que no es inminente ni le afectará y, por lo tanto, posterga tomar acciones para contrarres­tarlo. Gore parece pensar que la manera de sacudir a la humanidad de la complacenc­ia es insistir en que hay esperanza. En los últimos meses, otras voces se han levantado sugiriendo otro camino. El campanazo más notable lo dio el periodista David Wallace-wells, con un reportaje aterrador y exitosísim­o (es el más leído en la historia en línea de la New York Magazine) llamado “La Tierra Inhabitabl­e”, en la que sugiere un escenario apocalípti­co en cuestión de décadas. Wallace-wells ha sido tachado de alarmista, pero reconoce que su intención era precisamen­te sacudir de la parálisis a los que creen que no hay de qué preocupars­e. ¿Cuál es la receta correcta: el reiterado optimismo informado de Gore o el tono de alarma de Wallacewel­ls que, a cachetadas, sacude conciencia­s? No sé usted, lector, pero yo tiendo a pensar que, cuando lo que está en juego es el futuro del único planeta que tenemos, contemplar el fin de los tiempos para cuidar lo nuestro es más productivo que seguir creyendo en la capacidad de la humanidad para protegerse de sí misma. @Leonkrauze

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