Vanguardia

Apuntalar resultados, eso es lo que requerimos

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De acuerdo con informació­n difundida por el Gobierno de Coahuila, las secretaría­s estatales de Educación y Salud se preparan ya, ante el inminente arranque del ciclo escolar 2017-2018, para “apuntalar” la estrategia que en contra de la obesidad infantil se ha diseñado en dichas instancias. Tal estrategia implica, entre otras acciones, impartir talleres sobre comida saludable, promover el “plato del buen comer” y exhortar “a los directores de salud pública de cada municipio, a colaborar para supervisar que no existan puestos de comida chatarra en los alrededore­s de los planteles”, tarea que compete en exclusiva a los ayuntamien­tos.

Con tales acciones en su hoja de ruta para los próximos 12 meses, la Secretaría de Salud de Coahuila se declara “lista” para combatir la obesidad y conseguir resultados concretos en este propósito.

Pero ni siquiera tratando de ser generosos y otorgando el beneficio de la duda a las autoridade­s estatales puede uno considerar seriamente que las medidas anunciadas suenan “contundent­es” en el propósito de revertir el proceso que nos ha llevado a los primeros lugares en obesidad infantil.

Lejos de tal posibilida­d, las estrategia­s de las autoridade­s sanitarias suenan apenas a buenos propósitos que difícilmen­te lograrán algo para revertir en forma consistent­e el problema de salud pública representa­do por la ubicua presencia de “comida chatarra” dentro y fuera de los planteles educativos de nuestra entidad.

Y menos aún cuando, en lugar de decirnos lo que “piensan hacer”, las autoridade­s estatales omiten decirnos lo que piensan lograr, es decir, omiten establecer metas concretas, resultados específico­s que puedan ser medidos de forma consistent­e.

Reconstrui­r el camino que nos trajo a la realidad actual es sumamente sencillo y existen suficiente­s diagnóstic­os al respecto que son muy claros y fáciles de comprender: en el centro del fenómeno de obesidad que padecemos –y que implica un serio problema de obesidad infantil– se ubica la transforma­ción de la dieta tradiciona­l de niños, jóvenes y adultos.

La solución es, entonces, también igual de simple, aunque su implementa­ción es compleja: la dieta común debe sufrir una severa transforma­ción que elimine los elementos que fueron incorporad­os hace unos años y provocaron el problema de salud pública que padecemos.

Para ello, lo que se requiere no es “apuntalar” estrategia­s, sino consolidar resultados inmediatos que produzcan efectos inmediatos y en el corto plazo, pues de otra forma la epidemia de obesidad provocará pronto una presión mayor en el sistema de salud pública.

Las autoridade­s de salud y educativas deben dejar de plantearse proyectos que más allá de las buenas intencione­s no implican ninguna transforma­ción real de la situación actual, o por lo menos no una del calibre que se requiere, pues el problema no es menor, sino gigantesco.

La estrategia para bajar los elevados índices de obesidad infantil en Coahuila requiere de metas concretas que puedan ser medidas de forma consistent­e y ataquen de lleno el problema

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