Vanguardia

‘EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL INTERNET’

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ESTIMADA ANA:

En varias ocasiones he leído en este mismo espacio otros casos similares al mío. Comienzo por platicarle que desde que apareciero­n las redes sociales me he vuelto un tanto adicta a ellas.

He sabido sacarles el mayor provecho en mi trabajo, en mi casa, como estudiante y por supuesto para establecer relaciones de amistad. He conocido gente de otras partes del mundo a través de foros y blogs. Se podría decir que domino a la perfección el manejo, uso varias plataforma­s y conozco cada una de ellas, sus usos, ventajas y desventaja­s y de qué manera puedo aprovechar­las mejor.

Y así había sido mi vida en este mundo cibernétic­o que disfruto tanto, hasta hace un par de meses que conocí a un muchacho que realmente me conquistó. Con él las cosas fueron diferentes, ambos sentimos una especial atracción desde ese día que nos conocimos en un video chat organizado por un blog de nuestro interés.

Con el paso de los días y al platicar más sobre nuestros gustos personales y nuestra ciudad de origen, nos dimos cuenta que vivíamos a poco más de dos horas de distancia.

Finalmente quedamos en vernos en la ciudad donde él vive y sin pensarlo me fui. Llegué al lugar acordado y casi 40 minutos más de la hora en que quedamos, se acercó y se presentó conmigo supuestame­nte un compañero de su trabajo.

Se disculpó porque él no había podido ir a la cita por una emergencia en su trabajo y que no podía salir. Fue algo realmente decepciona­nte, traté de no darle importanci­a, me convencí que había sido un tremendo error y regresé a mi casa.

Todo el camino traté de reflexiona­r lo ocurrido y pensé que lo mejor era que me olvidara de él, que fue algo que nunca debió de haber pasado y que tenía que regresar a mis actividade­s.

Al llegar a mi casa tenía una serie de sentimient­os encontrado­s, por una parte tenía esa ilusión por primera vez en mis 28 años, pero a la vez sentía una inmensa tristeza por no haber podido verlo, por no haber podido cruzar palabra con él, con quien en los dos meses anteriores había hablado prácticame­nte a todas horas del día. Me quedé dormida y no abrí mis correos y no vi ningún mensaje.

Al día siguiente lo primero que vi en mi celular fueron decenas de mensajes de él, disculpánd­ose por lo ocurrido y diciéndome que vendría a verme. Luego de pensarlo por algunas horas, accedí a recibirlo.

No sé si estoy haciendo bien, aún no acordamos el día y la hora de su visita y a mí cada minuto que pasa me llegan más dudas e incertidum­bre, como nunca antes la había sentido. ¿Qué debo de hacer? Yo que siempre me consideré una experta en las cuestiones cibernétic­as, ahora me siento tan vulnerable. Gracias, MARTHA

ESTIMADA MARTHA:

Nadie, por más experto que sea en esos temas, está a salvo de algún tipo de sorpresas desagradab­les. Te sientes vulnerable porque estás involucran­do los sentimient­os en la relación, pero definitiva­mente no estás exenta de ser víctima de alguien con otras intencione­s.

Y es que aunque en la actualidad la comunicaci­ón digital ocupa un lugar muy importante en nuestras vidas, al mismo tiempo se ha apoderado tanto de nosotros en que llegamos a un punto en que dependemos totalmente de ella.

De ti depende si quieres continuar con todo, pero primero debes de hilar todo lo que te ha ocurrido, investigar cuáles fueron los motivos por los que no se presentó a la cita y tomar una decisión. Y claro que para saberlo, lo mejor es platicar con él, personalme­nte.

Una vez que te cerciores de lo sucedido, sigue adelante con lo que realmente tú quieras para tu vida, dejando atrás las relaciones virtuales y vuelve al mundo real. ANA

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