Contra Andrés, no es
Quienes apoyan a Andrés Manuel López Obrador ven complots por todos lados. Argumentar o razonar con hechos les importa muy poco. Ellos se justifican como pasión, y desprecian la razón. Su arma preferida: el insulto personal.
Cualquier esfuerzo o idea política que se expresa, según esas personas, lleva la intención de descarrilar a quien será el triple perdedor presidencial. Por eso responden con fiereza torpe y ausencia de lógica. Aunque me lluevan epítetos: Andrés atrae mayoritariamente a gente con poca escuela o a quienes no han desarrollado la capacidad de pensar correctamente. También lo sigue la basura política de este País.
Andrés seguramente pensó que su carrera en Ciencias Políticas en la UNAM era una prueba de aguante, no de velocidad. Sus seguidores creen lo mismo cuando lo apoyan en una tercera candidatura. La terquedad elevada a valor político supremo, vaya ocurrencia. Sus defensores se vuelven refractarios a cualquier explicación.
Andrés no es un personaje complicado. Al contrario, es asombrosamente transparente. No puede esconder lo terco, lo simplista ni lo cerrado que es. No hay mucho que analizarle. Lo que ves es lo que trae.
Por ello, cuando hace una semana se llevó a cabo una reunión de líderes panistas y perredistas e independientes, convocados por Javier Corral (ahora gobernador de Chihuahua) para armar un compromiso en busca de un proyecto y una eventual candidatura común, los seguidores de Andrés sacaron a relucir su furia, en forma de burla o de insulto.
Andrés los hace creer que ya tienen un derecho adquirido. Sin embargo, no es dueño ni de la verdad ni de las boletas electorales. Que crea tenerlo o serlo es prueba de su incapacidad para respetar las reglas democráticas. Mientras él hace campaña anticipada, los demás ni juntarse a conversar pueden.
Los reunidos en Chihuahua son, en buena parte, actores experimentados en los cambios positivos que ha tenido este País. El Cofipe fue producto de las presiones de Adese, la Asamblea Democrática por el Sufragio Efectivo, en la cual, en su momento, participó en forma destacada Porfirio Muñoz Ledo coadyuvando a los esfuerzos democráticos de Cuauhtémoc Cárdenas y Manuel Clouthier en 1988.
Entre los panistas está el convocante Javier Corral, pero además se le unen Gustavo Madero y Ricardo Anaya, actual presidente. Otros perredistas destacados son sin duda Agustín Basave Benítez y Alejandra Barrales, la actual presidenta del partido. Entre los independientes congregados estuvieron Jorge G. Castañeda, Miguel Mancera y Emilio Alvarez Icaza. Es importante notar que los líderes de izquierda que encumbraron a Andrés en el PRD ahora lo ignoran y lo hacen a un lado. No quieren saber de él.
Esta primera reunión no tuvo como fin derrotar a Andrés. Eso sucederá en las urnas, pero lo que sí es cierto es que aparece por primera vez en esta temporada electoral un conjunto de fuerzas que de unirse darían merecida voltereta a las ridículas encuestas que insisten en candidatear fantasmas que dizque porque son los que “suenan”. ¿Y esto que no había sonado, qué? ¿Cómo lo miden? Claro que rompe el esquema fatalista de las encuestas que califican como
Andrés juega a ser víctima. Sin embargo, al creerse el destinatario de la reunión política de Chihuahua sale a relucir su nula vocación democrática. Esta primer reunión no es contra Andrés. Tampoco es contra Margarita, sino a favor de un proyecto que saque a México del pozo, no que lo hunda más.
No digo que ese frente será el que va a gobernar, sino el que establezca las bases para garantizar que México abra de par en par las puertas para la justicia, la transparencia y la democracia real, y no hacia el proyecto de gobierno unipersonal de López Obrador. Una vez armado el proyecto, se daría el siguiente paso. No es contra Andrés, pero sí un paso a la vez.