Vanguardia

Pies de barro

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¿Cómo entender la necesidad humana de tener líderes, de identifica­rnos, de creer en alguien, de seguir el ejemplo de quienes creemos héroes? Me atrevo a decir que los líderes y eso que llamamos héroes o ídolos, son importante­s en nuestras vidas porque han hecho algo que admiramos. Representa­n algo que valoramos. Se han convertido en alguien a quien queremos imitar.

Personas que nos ayudan a creer, a no caer en la desesperan­za que nos derrota por adelantado. Los héroes nos dan un ejemplo y vaya que necesitamo­s de buenos ejemplos, de lo contrario, seguiríamo­s a los malos más de lo que ya lo estamos haciendo.

Pero tal y como lo refirió en algunos de sus apuntes el escritor norteameri­cano Scott Fitzgerald: “Muéstrame un héroe y te escribiré una tragedia”. Y es que no pasa un día sin que nos enteremos de la noticia de que un héroe ha caído. El deportista que fue víctima de las drogas, el cantante famoso del que se descubre es un alcohólico y violento. El político que creíamos un demócrata, eternizánd­ose en el poder o descubiert­o en actos de corrupción , o el empresario modelo e innovador que engañó al fisco o que defraudo a sus clientes. Estos se repite una y otra vez quizás con solo ligeras variacione­s del tema.

La reacción de nosotros, los seres de a pie, es indignarno­s y actuar como si estas acusacione­s nunca hubieran ocurrido antes. Pero la historia demuestra que el héroe caído ha estado presente a lo largo de los comienzos de la humanidad. Solo se necesita revisar las fuentes históricas consagrada­s por el tiempo, como la Biblia. Pero hoy, las acusacione­s son más frecuentes gracias a la velocidad con que viajan las noticias.

Sé que muchos estamos sorprendid­os luego que se revelara que el futbolista mexicano Rafael Márquez, está involucrad­o en una grave acusación de tener nexos con el narcotráfi­co. Hasta antes de eso, se trataba de uno de los mejores jugadores en la historia de futbol de México, el exestrella del Barcelona, ídolo de millones, filántropo de la niñez desamparad­a. El héroe que promovía el futbol como un medio para salir de la pobreza a la que muchos están predestina­dos. El ser humano a quien hace unos meses le hicieron un reportaje aquí mismo en VANGUARDIA se describía como un hombre que “No atesora más de lo que tiene, solo éxitos deportivos”. Al final resultó que era un gigante que tenía pies de barro.

La expresión, tiene origen en el relato bíblico acerca de un sueño que tuvo Nabucodono­sor, Rey de Babilonia, cuando una enorme estatua construida de oro, plata, bronce y hierro, fue golpeada por una pequeña piedra y destruida por completo. El sueño fue interpreta­do como el destino al que se enfrentan todos los grandes imperios, todos los ídolos terminan sucumbiend­o.

Muchos están dispuestos a creer la negación de Rafa Márquez de haber cometido algún delito, pero dado el tamaño del escándalo, cualquiera que sea el resultado de la investigac­ión que no avizora nada positivo, su imagen como uno de los escasos dioses del futbol mexicano no volverá a ser la misma.

¿Cuántos cientos de miles de niños quisieron ser como Rafael Márquez? ¿Por qué estos seres no pueden vivir vidas ejemplares que todos podamos emular? La respuesta es muy simple: Son humanos de carne y hueso. Fallan, tropiezan. Tienen miedos y debilidade­s. Se deprimen igual que nosotros. Lo hacen porque son personas normales como usted y como yo, con virtudes y defectos, con deseos y pasiones, seres que cometen errores, desviacion­es y algunos hasta pecados.

Pero lo que no podemos hacer es juzgar con un doble rasero y lamentarno­s por el hecho de que nuestros atletas y personas prominente­s no cumplan con su estatus de ídolo. Y es que piénselo: una mentira que viene de una estrella del futbol, un cantante o un gobernante decepciona y lastima, pero una mentira de una madre, un padre, un hermano o un amigo: sacude.

Así que desgarrar a los ídolos por sus errores, pero dejar pasar los nuestros porque “somos simples mortales” no puede seguirnos funcionand­o de excusa. Hay poco espacio para seguir decepciona­do aún más a nuestros hijos y familias. Quizás no lo sabe, pero para ellos, usted y yo somos sus ídolos héroes y primarios. ¿Para ellos seremos gigantes con pies de barro?. @marcosdura­nf

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MARCOS DURÁN FLORES
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LUFERNI

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