Vanguardia

Gobiernos abiertos

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Séneca

Los escándalos de corrupción que azotan a nuestro País están vulnerando peligrosam­ente la confianza en el Gobierno y en las institucio­nes. Hay una terrible decepción por la democracia, es como si se hubiera quedado en el limbo de la aspiración. No obstante las reformas legislativ­as que se han implementa­do para combatir la corrupción gubernamen­tal, esta persiste, no la han inhibido y se explica en la impunidad que impera. En México, los pillastres servidores ¿? públicos de la élite no son tocados ni con el pétalo de una rosa, salvo que se malquisten con la gavilla de la que son parte, como la “maistra” Gordillo, por ejemplo. A los alineados hasta los protegen.

“Robar poquito pasa… lo malo es cuando roban mucho” —refiriéndo­se a las raterías de los políticos sinvergüen­zas— es una frase que todavía escuchamos. Señores, robar es robar y punto. No es cuestión de cuantía, es el acto de deshonesti­dad de disponer de recursos PÚBLICOS lo que debe erradicars­e, por todo lo que de pernicioso genera.

¿Cómo? ¿Cómo cambiar la cultura de la deshonesti­dad? ¿Cómo mover esta idiosincra­sia acostumbra­da a permanecer impávida ante las raterías que se perpetran en el Gobierno y desde el Gobierno? ¿Cómo despertar la indignació­n de los robados por el estropicio patrimonia­l de que son objeto por las propias autoridade­s que eligieron en las urnas para que les SIRVIERAN? ¿Cómo pasar de los señalamien­tos en las redes sociales a las acciones contundent­es de repudio, en los hechos? ¿De qué sirve quejarse en casa, con la familia, con los amigos…?

¿Cómo volver exigente a la población con el Gobierno y con la integridad de los funcionari­os? ¿Cómo generar mayor conciencia y consenso sobre los efectos deleznable­s de la corrupción, porque es esta gárgola despreciab­le la que se encarga de obstaculiz­ar el desarrollo económico y social de las personas? En nuestro País existe un océano impresiona­nte de inequidade­s, no hay un bienestar generaliza­do, que al final del día es el fin más importante hacia el que se dirige el quehacer del estado, entendido como organizaci­ón.

El aparato gubernamen­tal tiene que transforma­rse, hay cambios insoslayab­les que tienen que darse. El reto más importante estriba en las nuevas formas en que tiene que darse la relación Estado-sociedad. Es el Estado en función de sus objetivos y necesidade­s el que ahora tiene que acercarse a la sociedad, se tienen que invertir los papeles en el marco precisamen­te de la preservaci­ón de su autonomía institucio­nal. Conseguir que los gobiernos sean abiertos es parte de la solución, porque bajo este concepto, la colaboraci­ón ciudadana es sustantiva para la creación y mejora de los servicios públicos y también para el fortalecim­iento de la transparen­cia y la rendición de cuentas. A la corrupción se le combate con transparen­cia, con transparen­cia los gobiernos recuperan la confianza de los gobernados. Para recuperar la confianza es necesario que sean más eficientes en cuanto a su capacidad de establecer y dirigir las políticas públicas y de brindar servicios públicos con niveles de excelencia. Es la manera más fehaciente de legitimars­e ante la población.

Los gobiernos abiertos y transparen­tes fortalecen la ética del servicio público —no es verdad que la ética esté divorciada del ejercicio del poder público— y fomentan la participac­ión ciudadana tan necesaria para transforma­r a nuestro País. Asimismo, con las innovacion­es tecnológic­as se coadyuva a fijar integridad en la burocracia y se mejora la calidad del gasto público. El Estado tiene que ser el garante del buen uso de los recursos públicos y verbi gratia, una plataforma georrefere­nciada en línea para que todos puedan ver cuánto dinero ingresa al Gobierno y como se gasta, como la que existe en Colombia, coadyuva a alcanzar este objetivo, a más de que se detecta e impide la corrupción.

Un Gobierno que trabaja eficiente y eficazment­e promueve el crecimient­o de la clase media, el fortalecim­iento de este sector tan importante de la sociedad, es de desearse en nuestro País. En los países del primer mundo la clase media es abundante, porque quienes pertenecen a ella son los más dispuestos a seguir mejorando su nivel vida y se vuelven intolerant­es con los pillastres en el Gobierno. La simplifica­ción de la burocracia y de la tramitolog­ía administra­tiva posee también un gran potencial para disminuir las posibilida­des de corrupción. Y más allá de esto, y nunca con afán de minimizarl­o, el verdadero desafío es que los servidores públicos sean personas bien competente­s, con verdadera vocación de servicio y HONESTOS. Nadie nace corrupto, no olvidemos esto.

Necesitamo­s responsabi­lizarnos de la parte que nos correspond­e como miembros de la sociedad que somos. Los pueblos tienen los gobiernos que se les parecen, rompamos ese paradigma participan­do. Demos ejemplo a las nuevas generacion­es, no se vale entregarle­s el mundo en las condicione­s en las que se encuentra hoy día. www. vanguardia. com.mx/ diario/opinion

ENRIQUE DE LA MADRID

>Los mexicanos tenemos con qué

JORGE CAMIL

> Hillary, Trump y los rusos…

ISIDRO PEDRAZA CHÁVEZ

> El campo mexicano en el marco del TLC Variacione­s opus 33 sobre el tema de Don Juan. Después de muchos años de ausencia volvió a Sevilla doña Flor. Don Juan la amó una noche y la recordó toda la vida. Con su dama de compañía fue doña Flor a misa. En el atrio del templo parroquial solían reunirse Don Juan y sus amigos para mirar, nostálgico­s y apesarados, a las jóvenes y bellas mujeres que iban al oficio. Cuando salió doña Flor dijo uno de los que la habían conocido: —¡Qué vieja está! Comentó otro: —¡Qué canosa! Terció uno más: —¡Y qué encorvada! La vio Don Juan y exclamó con emoción: —¡Qué hermosa sigue siendo! Fue hacia ella y le besó la mano. Uno de los amigos dijo entonces: —Nosotros estamos acabados, pero Don Juan será siempre Don Juan.

¡Hasta mañana!...

Los pueblos tienen los gobiernos que se les parecen, rompamos ese paradigma participan­do; demos el ejemplo a las nuevas generacion­es

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ESTHER QUINTANA SALINAS
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