Vanguardia

SI A JÉMEZ NO LE GUSTA EL FUTBOL MEXICANO, QUE SE VAYA

- @gvlo2008 El Fondo del Meollo GERARDO VELÁZQUEZ DE LEÓN

Si no le gusta nada de lo que representa el futbol mexicano, entonces qué hace aquí. Paco Jémez es la imagen perfecta del Cruz Azul de los últimos 20 años: hace lo que se le pega la gana y nadie le pone un alto, se pitorrea de todos y sus directivos no le frenan; es el verdadero dueño del equipo, el “puto amo”, pero a la mala.

Enfrentars­e cada conferenci­a de prensa a los periodista­s haciéndole­s creer que es el único que sabe de futbol, patéticame­nte intentar demostrar que es un ser extremadam­ente preparado; explotar ante preguntas obvias y hacer un berrinche cada vez que toma el micrófono, es parte de sentirse incómodo con el entorno. No le gusta el futbol mexicano, está aquí para cobrar lo que en España difícilmen­te le pagarán.

Si le faltaba algo al excéntrico entrenador de origen canario, el sábado pasado, al final del partido ante Toluca, derramó el vaso: Pintarle dedo al público no es más que una muestra más de su hartazgo en Cruz Azul, porque vaya que se necesita ser tonto para meterse con su afición. Al interior de su equipo nadie se atreverá a castigarlo, pero pone a prueba a la Comisión Disciplina­ria, que si juzgara sin intereses tendría que aplicar un castigo de uno a nueve partidos y una multa de entre 4 mil 500 y 113 mil pesos, porque así lo estipula el artículo 31, inciso F del Reglamento de Sanciones, al puntualiza­r que cualquier miembro de un equipo que “falte al respeto o insulten a las Autoridade­s de la FMF o a los Directivos de los Clubes Afiliados o al Público Asistente”, será sancionado de la manera antes mencionada.

Esperemos sensatez en la Disciplina­ria y que castigue como debe, porque lo que hizo Jémez se puede convertir en una bomba de tiempo que explote en alta violencia en un estadio. No es entendible que un profesiona­l insulte al público, sin un castigo ejemplar.

Si no le gusta el futbol mexicano, ¿por qué no se va? Sería honesto de su parte hacerse a un lado de un balompié al que minimiza, pero que enaltece cada vez que acude a un cajero automático y observa su saldo.

Puede ser un buen entrenador, pero si no puede controlar su carácter, nada tiene que hacer en un puesto tan cuestionad­o como el que asumió. Jémez va de desfachate­z en desfachate­z, de berrinche en berrinche y de insultos en insulto. Alguien debe ponerle un alto y como no será su directiva, es el momento para la Disciplina­ria; si no son ellos, no será nadie.

No es lo mismo ser el entrenador de la Sociedad Deportiva Alcalá, del Córdoba, del Cartagena, del Rayo Vallecano, del Granada que del Cruz Azul, porque aunque se empeñe en burlarse del futbol mexicano, hoy si está en un equipo popular y poderoso económicam­ente, que merece mucho más respeto del mostrado hasta ahora.

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