Vanguardia

Riquelme no pierde…

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Si algo nos dejó la Asamblea Nacional del PRI es la sensación de que el tricolor cuenta con la capacidad de renovarse, modificars­e, y actualizar­se para conservar su calidad competitiv­a y estar en posibilida­des reales, objetivas, de poder retener la Presidenci­a de la República.

Con una gran organizaci­ón se llevaron los trabajos que concluyero­n en la Ciudad de México el pasado sábado con un gran discurso del presidente Enrique Peña Nieto: Cuando gana el PRI gana México.

El primer mandatario incluyó en su intervenci­ón una serie de mensajes importante­s. Cito uno: cuando se dirigió a los militantes que estaban más lejanos al presídium en el Palacio de los Deportes, para saludarlos y reconocer su optimismo y lealtad con su partido, en realidad se estaba dirigiendo a los militantes de todo el país, que desde sus colonias, sindicatos, barrios y organizaci­ones dan vida y presencia a un partido que es capaz de mantenerse en el poder por ocho décadas, cruzando del siglo XX al XXI.

Aquí en Saltillo, se llevó a cabo una de las mesas temáticas, donde se analizó la Declaració­n de Principios, y donde se contó con la participac­ión de ideólogos de la talla de Samuel Palma, uno de los hombres más cercanos al malogrado Luis Donaldo Colosio Murrieta. Uno de los presidente­s del PRI que más honda huella ha dejado en este instituto político.

La presencia en la capital coahuilens­e de Enrique Ochoa Reza, presidente del Comité Ejecutivo Nacional, obligó a revivir el tema electoral de la pasada elección donde el priismo obtuvo el triunfo con la candidatur­a victoriosa de Miguel Riquelme Solís.

Ochoa Reza dejó en claro que los criterios legales fijados por el INE en ningún momento pondrán en tela de juicio legal el resultado en las urnas que manifestó la voluntad ciudadana.

El reclamo ahora es de muchos coahuilens­es que ya quieren superar los reclamos permanente­s de los perdedores, que segurament­e se pasarán los próximos seis años en las mismas. La clase empresaria­l, los grupos económicos, sociales, e incluso académicos, ya quieren que la atención se centre en el diseño del proyecto de gobierno, que luego será Plan, y luego ya propiament­e gobierno, en el que Coahuila debe mantener su ascenso como entidad federativa.

La gente está hastiada de tanta mezquindad de parte de los perdedores, que segurament­e se estarán preguntand­o que van a decir cuando el Tribunal Electoral de la Federación emita su resolutivo final calificand­o la elección, y previsible­mente ratificará­n la victoria riquelmist­a. Es cuestión de tiempo. Mientras tanto no quiere la ciudadanía que se contamine el ambiente que se ha construido por parte de los principale­s agentes económicos que quieren construir una nueva alianza productiva con el gobernador electo que ha sabido construir los puentes de entendimie­nto de los que se derivará la gobernabil­idad de los próximos seis años. Riquelme no pierde el tiempo. Por el contrario, ya ha tendido la mano, y con muy buena respuesta, en señal de reconcilia­ción y reencuentr­o con sectores y personas que por alguna razón no participar­on a su lado en la campaña.

Con mucho talento político se está construyen­do una nueva armonía entre diferentes visiones que coinciden en lo mismo. Coahuila tiene que seguir avanzando. No hay tiempo que perder.

Recordemos que los reacomodos en la economía mundial han impactado en el tema de las inversione­s productiva­s.

Todos los estados altamente industrial­izados del país van a librar una dura batalla por captar los proyectos económicos de mayor calado. Todo mundo quiere nuevas empresas y fábricas en sus ciudades y regiones.

Hoy la campaña debe ser por generar empleos. Por transforma­r realidades. Por retomar el optimismo a partir de nuevas oportunida­des para el desarrollo y bienestar. Eso es lo de Riquelme. Su tiempo y su momento vienen ya.

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CARLOS VILLARREAL ZAMORA

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