Vanguardia

Don Castillejo­s

- @Carloslore­t

A muchos sorprendió hace un par de meses la renuncia al gabinete de uno de los hombres más influyente­s y poderosos en el gobierno de Enrique Peña Nieto, uno de los integrante­s de su círculo más íntimo, más cercano: Humberto Castillejo­s, exconsejer­o jurídico de la Presidenci­a.

El comunicado de prensa que anunció su salida fue combustibl­e para el ego del personaje. En un par de párrafos prácticame­nte le atribuyó todos los logros de la administra­ción: “Humberto Castillejo­s ha sido fundamenta­l en el diseño, construcci­ón, negociació­n y aprobación de las reformas estructura­les de educación, financiera, fiscal, energía, competenci­a económica, telecomuni­caciones, política, laboral, transparen­cia, anticorrup­ción, amparo, justicia penal y justicia cotidiana”.

La salida del consejero jurídico no fue ninguna sorpresa dentro de Los Pinos. Estuvo detalladam­ente planeada y orquestada.

Castillejo­s se fue… pero no se fue. Está en la cumbre de su poder. Y lo ejerce, ahora, sin escrutinio público, sin esos latosos contrapeso­s del servicio público.

Su enorme poder descansa en dos pilares. El primero, él se encargó de redactar la “letra chiquita” de muchas de las reformas estructura­les. Pocos las conocen como él. Pocos como él las pueden impulsar, o revertir, porque saben sus fortalezas y vulnerabil­idades.

Y segundo, porque poco a poco, al inicio con sigilo pero luego sin pudor público, en sus años bajo la sombra de Los Pinos, Humberto Castillejo­s Cervantes nombró jueces, magistrado­s, ministros, comisionad­os… una vasta red de personas que están en deuda con él por haberlos impulsado hasta los cargos que ejercen, condición que le permite casi, casi tener control de las votaciones en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el Instituto Federal de Telecomuni­caciones, y en buena medida, la Comisión Federal de Competenci­a Económica. Lo que causó más revuelo en la opinión pública es que el procurador General de la República sea su primo. Encima, dejó en la Consejería Jurídica de la Presidenci­a a un incondicio­nal: Misha Leonel Granados Fernández.

Con esta desmedida influencia, en lo oscurito, Castillejo­s opera para el Gobierno y para sus propios intereses. Y le conviene que esa frontera esté desdibujad­a. Inclina cuanta balanza se necesite. Y cobra por ello. Política y económicam­ente.

En alguna época se puso de moda hablar de la influencia en el Poder Judicial del panista y excandidat­o presidenci­al Diego Fernández de Cevallos, el famoso “Jefe Diego” que “cambiaba de cachucha” cotidianam­ente entre la de legislador y la de abogado privado. En otro momento se platicaba de cómo el exsecretar­io de Gobernació­n Santiago Creel había logrado ser el gran factor hasta en el tribunal federal electoral. Se vive ahora la era de don Castillejo­s. Vaya escándalo.

SACIAMORBO­S La reciente votación en la Suprema Corte que revirtió el corazón de la reforma en telecomuni­caciones se atribuye al cabildeo de Castillejo­s. Como esa votación favoreció a Grupo Carso, rival de Televisa, una de las empresas donde trabajo, transparen­to explícitam­ente el conflicto de interés.

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CARLOS LORET DE MOLA A.

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