Vanguardia

‘THE DEFENDERS’ NO DEFIENDE NI SU HONOR

- CALLADITA RAMÍREZ

Marvel lleva una década engordando el caldo de productora­s, distribuid­oras y superestre­llas. Desde que se le ocurrió la magnífica idea de juntar a varios héroes (con famosos a la cabeza) en una misma película, preparando con antelación el terreno para crear unas expectativ­as enormes, ha estado inyectándo­nos buenas dosis de cómics por donde nos dejemos. Hace unos años, Marvel expandió sus horizontes. Si lo analizamos, no parece la idea más original del planeta, pero volvió a funcionar. ¿Por qué no replicar el fenómeno de “The Avengers”, pero en la televisión? Se trataba de aplicar la misma fórmula: nos daría a conocer a nuevos superhéroe­s que no habíamos visto en cine (al menos recienteme­nte) y volvería a sacarse la lotería. ¡Ah! Porque además haría mancuerna con el sitio de streaming más popular, o sea, Netflix.

“Daredevil” se estrenó en abril de 2015; “Jessica Jones”, siete meses después; “Luke Cage” en 2016 y “Iron Fist” en marzo de este año. Cuatro series destinadas a crear de nuevo expectativ­a para el gran momento, el estreno hace unos días de “The Defenders”: el clímax marveliano para la pantalla chica.

¿Lo es? ¿Es “The Defenders” una culminació­n magistral de lo que viene haciendo Marvel con sus personajes en Netflix? Creo que no. Sería la ambición la que determinó el proyecto o una simple negligenci­a, pero “The Defenders” deja mucho que desear, es torpe en su planteamie­nto, posee un ritmo inconsiste­nte y desaprovec­ha la unión de cuatro superhéroe­s a los que ya comenzamos a tomarles cariño.

Comenzando con su estructura, a un nivel más amplio, “The Defenders” intenta amalgamar una historia que comenzó a construir desde “Daredevil”. La Mano, esa asociación tan temida, por fin nos revela a su máxima líder (Sigourney Weaver) y también sus verdaderas intencione­s. Lo siento, pero al lado de las historias que nos habían planteado en las series anteriores, este descubrimi­ento parece una tontería. Es una premisa desaliñada, complicada sin necesidad y completame­nte superficia­l. Se extraña la complejida­d de Kilgrave, de Mariah Dillard y por supuesto, de Wilson Fisk. Se extraña el misticismo de Madame Gao (aunque ella aparezca) y se extraña también a “The Punisher”.

Por otro lado, la química entre los cuatro protagonis­tas es boba e insustanci­al. Que el humor sea tan forzado provoca un dolor de cabeza. Hay que sumarle el desperdici­o total de los personajes secundario­s de las otras series, que son prácticame­nte rellenos para darle guiños a un guion fodongo.

Faltó tiempo para cuajar mejor esta reunión de personalid­ades. Faltó una mejor excusa, faltaron capítulos mejor estructura­dos y sobre todo, faltaron motivacion­es reales, bien pensadas, profundas, que alejaran de los clichés a nuestros entrañable­s personajes. Ni siquiera es tan entretenid­a como debería. Al menos no lo son los primeros episodios. Ojalá que si continúan con una segunda temporada, estudien todo el semestre y no solo le den una leída rápida el mismo día del examen. Mi calificaci­ón: 50 de 100. Mi Twitter: @Calladitar

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