LA RESURRECCIÓN EL SEDÁN MEDIANO, QUE HABÍA SIDO UN SÍMBOLO DE LA PRUDENCIA, DECIDE AÑADIR BUENAS DOSIS DE EMOCIÓN
milimétrica los costos).
La cabina, por cierto, es un lugar muy agradable. El esfuerzo de diseño está en la consola central. Una especie de “trazo orgánico curvo”, a manera de ola, baja hacia el túnel de la transmisión dejando un espacio de almacenamiento muy ingenioso. La pantalla touchscreen no salta a la vista, sino que está integrada (¿camuflada?) en un enorme panel central negro con acabado muy cercano al piano black. Solo sobresalen perillas de tamaño preciso (y tacto premium).
Solo el cuatro cilindros. No, en México no llegará el motor V6 de 3.5 litros que sí existe en Estados Unidos (el simple hecho de que Toyota conservara este propulsor ya era sorprendente). ¿Estaríamos decepcionados? Para nada. El cuatro cilindros en línea de 2.5 litros, con bloque de aluminio, es muy saludable en lo que a torque se refiere (178 libras-pie y 201 caballos de fuerza). Tiene viveza más que de sobra y, gracias a la automática de ocho, debe ir más que sobrado en autopista. Un detalle sorprendente: el sonido del motor a partir de 4 mil rpm no nos parece propio de un cuatro cilindros, aunque quizás el mofle doble de escape, modificado para esta versión, tiene algo que ver al respecto.
La construcción es de roca sólida. Esta plataforma avanzada, por lo pronto, es excelente en cuanto a rigidez. No tuvimos oportunidad de probar su agilidad y capacidad de curveo, pero puedes esperar una prueba de manejo a fondo. Este Camry es cosa seria. El Universal