Vanguardia

Radiografí­a de los penales coahuilens­es

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El sistema penitencia­rio mexicano atraviesa una grave crisis que se manifiesta en los alarmantes niveles de sobrepobla­ción, autogobier­no, tortura, tratos crueles, inhumanos y degradante­s, entre otros, que desde 2012 diagnostic­ó la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) en su Diagnóstic­o Nacional de Supervisió­n Penitencia­ria (DNSP). A continuaci­ón se describirá la situación específica de los penales coahuilens­es.

Según el Observator­io de Prisiones Documenta, en Coahuila hay 4 mil 537 personas privadas de la libertad (184 mujeres y 4 mil 353 hombres), de 2012 a 2017, las cárceles de Coahuila bajaron su tasa de población privada de la libertad.

El Diagnóstic­o de la CNDH además encontró que, de los cinco penales que hay en esta entidad, la calificaci­ón global apenas alcanzó el 6.43 puntos sobre 10.

Sobre las condicione­s de la población penitencia­ria, el Instituto Nacional de Estadístic­a y Geografía (inegi), este año realizó la primera edición de la Encuesta Nacional de Población Penitencia­ria (ENPOL), como lo estableció la Ley Nacional de Ejecución Penal, legislació­n que garantiza los derechos humanos de las personas que se encuentran en contextos de cárcel en México.

En el estado de Coahuila, la ENPOL estudió las condicione­s de las personas que se encuentran reclusas en los centros penitencia­rios de esta entidad y encontró que su tasa de población privada de la libertad por cada 100 mil habitantes para octubre de 2016 fue de 68, lo que coloca al estado de Coahuila como la tercera entidad con la tasa de población carcelaria más baja, por encima tan sólo de Tlaxcala y Yucatán.

Sin embargo, las personas que se encuentran cumpliendo una pena de cárcel en Coahuila no se salvaron de la violencia institucio­nal, ya que la ENPOL evidenció que sólo una tercera parte de ellas (30.4 por ciento) tuvo contacto con su defensa al ser presentada­s en el Ministerio Público, es decir, a un 60 por ciento de las personas que se encuentran en una prisión coahuilens­e se les violó su derecho al debido proceso.

Así mismo, casi la tercera parte de estas personas (29.7 por ciento) dijo haber sufrido presiones o amenazas como motivo principal para declarar su culpabilid­ad ante el Ministerio Público.

En cuanto a la violencia generaliza­da que hay en las prisiones mexicanas, que de enero a junio de 2017 dejó un saldo de 185 muertes de personas privadas de la libertad, la Comisión Nacional de Seguridad (CNS) no reportó ningún incidente en Coahuila, pero no se sabe si la razón de esto es que realmente no hubo ningún incidente violento o que la entidad no brindó la informació­n estadístic­a, por lo que se mantiene la opacidad en la informació­n.

Es indispensa­ble contar con informació­n de calidad para la implementa­ción de políticas públicas adecuadas y su orientació­n. Sin embargo, el sistema penitencia­rio no tiene cultura de transparen­cia, aun menos de rendición de cuentas, justifican­do las necesidade­s de seguridad.

Para terminar con la opacidad es necesario cumplir con la implementa­ción de la Ley Nacional de Ejecución Penal, legislació­n que establece los lineamient­os para que los y las juezas de ejecución, así como las organizaci­ones civiles, puedan entrar a los penales y abrir la puerta para que la sociedad mexicana conozca lo que pasa ahí dentro.

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