Vanguardia

UN RAYO DE ESPERANZA

EVENTOS DEL PASADO LE OFRECEN LA PAUTA A UNO DE LOS MEJORES EQUIPOS DE LA NBA PARA SER LA LUZ AL FINAL DEL CAMINO QUE SU GENTE NECESITA

- ESPN

HOUSTON.- El sol volvió a salir en Houston ayer, otorgándol­e una dosis vital de alivio a una ciudad que ha sufrido más durante los últimos cinco días que en las cinco décadas anteriores.

Ya es progreso. El Huracán Harvey todavía está haciendo daño en los estados de Texas y Louisiana, pero aun así el ver al sol salir por detrás de las nubes de tormenta le indica a toda una comunidad que está intentando rescatar a sus residentes con vida de la inundación catastrófi­ca que la hora de sanar se avecina, y el deporte puede ser una herramient­a sumamente importante para lograrlo.

Algunos podrán decir que el deporte es pan y circo, que distrae de las urgencias primordial­es de una población que necesita mucho más que un triple o un “alley-oop” para subsistir, pero en realidad este siglo ya nos ha mostrado ejemplos que exponen lo que podría llegar a ser el potencial impacto de James Harden, Chris Paul y compañía. En pocas palabras, el basquetbol es capaz de unir a una ciudad entera detrás de una causa común.

Toda Nueva York estaba devastada por los eventos del atentado terrorista del 11 de Septiembre, pero los Yanquis demostraro­n el espíritu de pelea de su ciudad y la gente se identificó con ellos como símbolo de lo que significab­a ser neoyorquin­o y estadounid­ense durante todo octubre y noviembre de aquel año. Aquella postempora­da vio a su estadio colmado para presenciar momentos únicos como la remontada de un 0-2 en la serie divisional contra los Athletics, la improbable clasificac­ión a la Serie Mundial tras derrotar a unos Mariners que habían ganado más juegos que nadie en la temporada regular, el primer lanzamient­o del presidente George Bush y el jonrón dramático de Derek Jeter para hacer delirar a su gente en el cuarto juego de aquella fase

final.

La ciudad de Nueva Orleáns estaba sacudida por un Huracán Katrina cuya destrucció­n fue tan masiva como la de Harvey hoy en día. La ciudad estaba en ruinas y el Superdome, hogar de los Saints, supo ser el refugio de varios que se habían quedado sin nada de la noche a la mañana.

Nadie los iba a detener. Sus jugadores y la gente estaban en armonía, tan doloridos como esperanzad­os, y así fue como aquel equipo le otorgó esperanza a su ciudad. Tres años después, en el 2009, ganarían el primer y único Super Bowl de la historia de una franquicia que se quitaba el rótulo de perdedora.

Boston fue la ciudad que sufrió el atentado terrorista que acabó con las vidas de seis personas e hirió a 280 durante el maratón. La gente no tardó en congregars­e en el Fenway Park, donde David Ortíz proclamó frente a una multitud que nadie los podría intimidar o quitarles su ciudad. Los Medias Rojas ganaron la Serie Mundial seis meses después.

Lo que todas esas historias nos dicen es que los Rockets ahora deben verse impulsados por una fuerza mayor. Ya no juegan solamente por un anillo o su gloria personal, sino que 20 mil personas concurrirá­n a un Toyota Center que actualment­e es su refugio para encontrar un consuelo, una alegría o simplement­e una distracció­n de los desafíos que les deparan reconstruy­endo a su metrópolis poco a poco. Su equipo de basquetbol es parte de esa reconstruc­ción, y cada victoria ayuda mucho como pizca de arena.

Los Rockets de Houston son considerad­os grandes protagonis­tas de la campaña que viene, y en las casas de apuestas de Las Vegas solamente los Warriors se proyectan con más triunfos que ellos durante la temporada regular.

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Intentarán.
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