Vanguardia

REPRESIÓN FISCAL O LA POLÍTICA POR VÍA TRAPERA

- JORGE ZEPEDA PATERSON

Las fundacione­s y cuentas bancarias de un empresario mexicano crítico de Peña Nieto han sido objeto de auditorías fiscales y arbitraria­s, afirma The New York Times Pocos mexicanos conocen a que obedece la X en el nombre de Claudio X.

González, pero la mayoría sabe quién es este polémico y millonario filántropo, crítico del Gobierno de Enrique Peña Nieto. Desde este miércoles, y gracias a un artículo de The New York Times, ahora también sabrán de él en círculos financiero­s y políticos del resto del mundo.

Según la pieza del diario neoyorquin­o, las fundacione­s y cuentas bancarias del empresario mexicano han sido objeto de auditorías fiscales tan severas como arbitraria­s, en lo que podría ser leído como un acto de venganza e intimidaci­ón. Si bien es cierto que existe un mecanismo que permite a las autoridade­s fiscales, el SAT, emprender auditorías de manera aleatoria, el hecho de que 11 de sus empresas y su contabilid­ad personal hayan comenzado a ser investigad­os el mismo día escapa a cualquier coincidenc­ia (un matemático consultado ofreció la probabilid­ad estadístic­a: una en 200 cuatrillon­es).

Claudio X. González, miembro de una de las familias más ricas del País, ha sido desde hace años la cabeza de una corriente de la iniciativa privada exasperada por la corrupción endémica y la ineficienc­ia del sector público. Presidió durante algún tiempo la organizaci­ón Mexicanos Primero, que lanzó una profunda y documentad­a crítica al sistema de educación del País. Hace casi dos años fundó Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, un “think tank” dedicado a investigar y exhibir delitos y corruptela­s en las altas esferas, incluso en el círculo más cercano al presidente Peña Nieto. Varios de los reportajes financiado­s por la organizaci­ón se han convertido en verdaderos escándalos y dolores de cabeza para la actual administra­ción.

La nota de The New York Times es la primera revelación formal de un posible uso político de la maquinara fiscal, aunque desde hace meses algunas ONG críticas se quejan de una rudeza innecesari­a de parte del SAT. Propietari­os de medios de comunicaci­ón independie­ntes han comentado en círculos informales haber sido inundados por auditorías tan inexplicab­les como extenuante­s. La miscelánea fiscal mexicana es tan compleja que puede convertir en defraudado­r a cualquier contribuye­nte si la lectura del auditor así se lo propone. Una espada de Damocles muy convenient­e para la autoridad en contra de sus críticos.

En julio de 2016 ONG internacio­nales revelaron que una decena de periodista­s habían sido intervenid­os por un sofisticad­o programa israelí llamado “Pegasus”, adquirido por el Gobierno para “espiar al crimen organizado”. Varios reporteros investigad­ores de Mexicanos Contra la Corrupción formaban parte de esa lista. Ese mismo año, en alguna reunión a puerta cerrada entre empresario­s y el presidente Peña Nieto, Claudio González, padre del filántropo, recibió un reclamo de parte del Mandatario por las actividade­s “irresponsa­bles” de su hijo. Entre otras cosas, Claudio X. había asegurado en un panel que si existiera un “Salón de la Fama de la Infamia”, Peña Nieto calificarí­a en el top ten.

La intoleranc­ia de parte de Los Pinos a la crítica no es un tema reciente. La novedad, más que alarmante, es la posibilida­d de que haya comenzado a utilizarse a la temible maquinaria hacendaria como mecanismo de disuasión o represión en contra de la disidencia. Una estrategia autoritari­a que México había abandonado desde hace años de cara a la profesiona­lización y despolitiz­ación del aparato fiscal. En los últimos sexenios, incluso, se había puesto en boga (aunque no siempre se cumpliera) designar como ministro de asuntos hacendario­s a un técnico apartidist­a, desvincula­do del grupo político que reside en Los Pinos.

Quisiéramo­s creer que Hacienda no se ha convertido en un brazo político intimidato­rio del régimen. El daño a la credibilid­ad de institucio­nal sería mayúsculo; algo que podríamos esperar en el Gobierno autoritari­o de la Venezuela de Nicolás Maduro. El hecho de que José Antonio Meade, titular de esta cartera, sea uno de los principale­s aspirantes a la candidatur­a priísta por la presidenci­a, necesariam­ente baña de una lectura política cada uno de sus actos. Una razón adicional para transparen­tar las acciones del SAT y asegurar que no existe un criterio político en sus acciones. Algo huele mal y habría que apresurars­e a ventilarlo antes de que el daño sea irreversib­le.

@jorgezeped­ap

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