Imposible unidad
Cito a Manuel Espino, Presidente nacional del PAN en la Asamblea Nacional de Acción Nacional, en León, Guanajuato, era el año 2007,: “Saludo afectuosamente a quien, además de ser el líder indiscutible del panismo nacional, es también el Presidente de México: Bienvenido licenciado Felipe Calderón Hinojosa… Muy estimadas y estimados amigos panistas de todo el País. Antes que otra cosa, a ustedes que hicieron posible el triunfo de Acción Nacional en 2006, en la elección más limpia y transparente, y también la más competida de nuestra historia, les agradezco su esfuerzo generoso que, en aras de la consolidación de la democracia, llevó a Felipe Calderón Hinojosa a la Presidencia de la República…”
Fue todo lo que se alcanzó a escuchar en el mensaje del Presidente Nacional del PAN, a la Asamblea Nacional del Partido. Fui testigo presencial de aquel evento. Apenas iniciado su discurso, se desató un abucheo inmisericorde orquestado por las hordas calderonistas. Quince minutos de mensaje, quince minutos de abucheo. Calderón, en el presídium nada hizo para detener el linchamiento del todavía líder nacional del PAN. Sus huestes humillaban al dirigente nacional, él, disfrutaba.
El nuevo panismo se alineaba al Tlatoani. El partido de Gómez Morín había fracasado en su intento para democratizar México. Acabó corrompido y agotado en los tentáculos de un sistema autoritario.
No era ya una lucha de principios, ni de ideología, mucho menos aún sobre políticas públicas; la lucha era mucho más simple y ramplona: el poder de la nómina, el botín. Eso, sólo eso.
La corrupción es el sistema y éste se adueñó del PAN, porque tanto el PAN, como su primer Gobierno federal titubearon cuando hubieran podido aniquilarlo de raíz. Para su segundo gobierno federal, el mensaje era claro: Hay Tlatoani, se llama Calderón, el PAN es suyo y debemos obedecer. Si no obedeces, serás aniquilado, aislado, y quedarás fuera del presupuesto. La metamorfosis estaba consumada. El debate libre divide, el botín une.
Pocos recuerdan, que los verdugos de 2007 ahora militan en las huestes de Ricardo Anaya; Calderón los hizo y hoy le dan la espalda, lo apabullan, lo aplastan, con las mismas tácticas que Calderón consintió para sacrificar a Espino. No podía ser de otra forma; agotada la nómina, termina el amor. Así se fortaleció Gustavo Madero, al caer Calderón, con el apoyo de Enrique Peña Nieto. Así, el joven calderonista Ricardo Anaya, escaló la cima del poder. Supo estar en el lugar y en el momento indicados. Más allá de consideraciones éticas, Ricardo Anaya tuvo el tino de formar parte de un Grupo Parlamentario del PAN, intelectualmente muy pobre. Me refiero a la legislatura del festejo en Puerto Vallarta, del “animo montana” y de los moches; y como en tierra de ciegos el tuerto es rey, Ricardo aprovechó y consolidó su posición. No sin antes traicionar a quienes lo encumbraron al poder: Calderón, Madero o Peña Nieto.
Hoy, Anaya es otro Calderón. Así pretenden excusarlo cuando cuestiono a los anayistas, “Calderón era igual, ahora se queja porque se lo hacen a él. Para que sepa lo que se siente”. Fueron tales los agravios cometidos por el calderonismo, que muchos perdonan ahora los excesos de Anaya, con tal de alcanzar la dulce venganza. Conozco varias personas de bien que, cegados por el rencor, aplauden el control autoritario de Anaya sobre el PAN.
“El Consejo Nacional es la conciencia del PAN” decía Gómez Morín, hoy es un nido de paleros que aplauden a su dirigente, empeñado en alcanzar la Presidencia de la República. Ignoran y apabullan a quienes se le oponen. Calderón cosecha lo que sembró y Anaya se erige como dictador del PAN. La unidad es imposible, gracias a los agravios y a la lucha por el botín. Mientras, el PRI se beneficia de la autodestrucción del PAN y así el PRI será la única fuerza capaz de competir con López Obrador.
En el “estado de chueco” en el que vivimos, los problemas de los partidos no se van a resolver por la buena voluntad de sus actores. Los procesos y los incentivos están sumamente prostituidos. La partidocracia se habrá de enderezar cuando las instituciones de justicia funciones. El núcleo de todos los conflictos es la corrupción protegida por una impunidad sistémica.
Anaya aprobó con el PRI el pase automático del #Fiscalcarnal. Hoy, el PRI arranca su estrategia para consolidarse como la alternativa anti Morena, para ellos golpea al PAN y a su dirigente; y da calor a los adversarios internos, los calderonistas. Tal es el PAN de hoy: dos bandos dispuestos a alcanzar acuerdos con el PRD y el PRI, antes que entre ellos mismos. Mientras tanto, los grandes ganadores son Morena y el PRI. El voto útil terminará con el PAN.