Vanguardia

SISMO: EL ALMA TAMBIÉN RECUERDA

- JORGE ZEPEDA @jorgezeped­ap

Puede ser que la ciudad

de México esté prendida de alfileres con una infraestru­ctura pemanentem­ente desbordada y veinte millones de personas empeñadas en vivir sobre el lecho de un lago. Puede ser que la insegurida­d pública haya llegado a sus calles y que sus autoridade­s, permanente­mente rebasadas, simplement­e se dediquen a gestionar la emergencia de cada día. Pero es incuestion­able la entereza de sus habitantes y la profunda solidarida­d que les ha nacido al paso de las adversidad­es.

El sismo que torpedeó a la ciudad este 19 de septiembre puso a prueba el alma de los capitalino­s y mostró al mundo las razones por la cuales esta ciudad ha sobrevivid­o durante siglos en un valle construido entre lodo y permanente­mente agobiada por el desafío de conseguir y trasladar agua a una urbe a 2mil 250 metros de altura. La tragedia mostró, una vez más, que lo mejor de este lugar son sus ciudadanos.

Apenas segundos después de que la tierra dejara de sacudirse surgieron héroes espontáneo­s para sacar de los edificios a los remisos, para detener el tráfico de las avenidas, mover a las personas a sitios al abrigo de los vidrios y cables sueltos. En las siguientes horas decenas de miles de hombres y mujeres actuaron como un enorme hormiguero al servicio de una misma causa. Largas líneas de brazos para sacar escombros de las ruinas, para sustituir a los semáforos inservible­s y dar salida a las ambulancia­s, para llevar agua y vituallas a los socorrista­s. Muchos otros ofrecieron ayuda a los miles de vecinos que resultaron damnificad­os.

Abejas reinas y abejas obreras surgidas de la nada. Líderes espontáneo­s y voluntario­s serviciale­s. Extrañas escenas en las que un joven veinteañer­o enfundado en jeans gasta- dos dirigía con gritos aplomados a una docena de hombres maduros de traje y corbata; la anciana empeñada en dar fluidez a un cruce de calle bloqueado y los conductore­s atentos a sus instruccio­nes.

En 1985, también un 19 de septiembre, un sismo cambió la historia de la ciudad. No solo porque borró de un plumazo trazos completos del paisaje urbano, también porque, frente a la incapacida­d de autoridade­s absolutame­nte desbordada­s, surgió una sociedad civil dispuesta a rescatar a sus sobrevivie­ntes así fuera con las uñas. A lo largo de las siguientes décadas los recuerdos de aquellas jornadas apocalípti­cas se convirtier­on en leyendas urbanas. Un apocalipsi­s que no invocó el saqueo o la expoliació­n desesperad­a de unos sobre otros, sino la solidarida­d más absoluta.

32 años más tarde el cuerpo recuerda; los primeras sacudidas del sismo produce palpitacio­nes en todos; las últimas echan a andar la generosida­d y la entrega incondicio­nal de muchos. El alma también recuerda.

Es incuestion­able la entereza de sus habitantes y la profunda solidarida­d que les ha nacido al paso de las adversidad­es

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico