Vanguardia

SALTILLENS­ES SUMAN ESFUERZOS SOLIDARIOS

ABRE CENTRO EN GLORIETA LA CIBELES Luego del sismo Irene tomó su mochila y auxilió a damnificad­os Nunca en la vida había visto un edificio colapsado, solo había escuchado de gente mayor, la mayoría de esa gente fue la que nos guió”,

- KARLA GUADARRAMA

“Las personas que deberían ayudar no lo estaban haciendo, vi policías grabando con el celular en lugar de ayudar”, afirmó Irene, quien nació hace 32 años y como muchos capitalino­s de su generación, creció con el estigma de los muertos del sismo del 85, hasta el martes que le tocó vivir un movimiento telúrico.

El sismo la pescó en el techo de un edificio de cinco pisos, cerca de colonia del Valle. Se aferró a la pared hasta que el movimiento acabó, vio humaredas. “No me dio tiempo de bajar, se oía todo el piso horrible, no sabíamos qué era el humo”, afirmó.

El trayecto del lugar del trabajo hacia su segundo empleo pasó de 20 minutos a dos horas. Irene caminó por la Avenida Insurgente­s escuchando sirenas. Era como una película de apocalipsi­s.

La exestudian­te de la UADEC llegó a la escuela donde trabaja y se reunió con parte de su familia, después, como pudieron, llegaron a su casa, fueron casi cuatro horas después del sismo que la luz regresó y comenzó la lluvia de informació­n.

“Cuando regresó la luz y el internet no podíamos quedarnos sin hacer nada, le dije a mi hermana que se quedara con mis hijas y me fui”.

Irene tomó una mochila, la cargó con botellas de agua y galletas para repartirla­s, así comenzó la historia que doce horas después la tendría dirigiendo y clasifican­do la entrega de medicament­os en la glorieta de La Cibeles, a metros de un edificio colapsado.

Por las manos de Irene y Jessica, otra saltillens­e, pasaron víveres de un lado a otro, esta fue la forma en que la Glorieta de La Cibeles comenzó a funcionar como centro de acopio debido a que la ayuda fluyó de inmediato, pero así como llegaba, se iba.

Como ellas, llegaron más personas: “Yo soy médico, paramédico, enfermera”, la ayuda

Irene Galindo, saltillens­e.

llegaba mientras personas grababan desde su celular, sin ayudar.

“Nunca en la vida había visto un edificio colapsado, solo había escuchado de gente mayor, la mayoría de esa gente fue la que nos guió”.

La experienci­a salió a flote, entre la misma sociedad se organizaro­n antes que cualquier autoridad y aún así, aunque estuvieran, actuaron primero.

Las saltillens­es apoyaron a los principale­s afectados a unos 200 metros del edificio que quedó derrumbado en las calles Medellín y Tabasco.

Fue a las tres de la mañana cuando fue relevada y regresó a su casa y en el camino dijo que vió perros acostados junto a sus amos en la calle, personas acostadas en los camellones, así fue el paisaje de la madrugada.

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Auxilio. La ayuda sigue llegando a los damnificad­os.

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