Vanguardia

Dulcísimos dulces

‘CATÓN’ CRONISTA DE LA CIUDAD

- ARMANDO FUENTES AGUIRRE

El otro día estuve en Guanajuato. La ciudad ha cambiado desde los tiempos en que, director yo del Ateneo Fuente, llevaba cada año a un grupo de muchachas y muchachos al Festival Cervantino. Entonces esos festivales eran un gozo del espíritu; ahora –me dicen– son una gran cantina. Lástima.

En Guanajuato voy a una librería de viejo que está cerca de la plazuela de San Roque. Encuentro ahí un libro delicioso, por su edición y por su contenido. Es de recetas de dulces mexicanos. Nuestro País, obvio es decirlo, es rico en cosas ricas. Los postres de México son infinitos en número e insuperabl­es en sabor. De ellos han hablado insignes comilones: Alfonso Reyes; Joaquín García Icazbalcet­a; Artemio De Valle Arizpe; Salvador Novo y José Fuentes Mares, que en su libro “Nueva Guía de Descarriad­os” entrega un sabroso itinerario para los que gustamos de comer bien.

Ahora me doy cuenta de que todos los señores que cité eran conservado­res, de derecha. En efecto, los liberales, la gente de la izquierda, no saben de los placeres de la mesa. Y si no fíjense en las caras de don Benito Juárez y don Lázaro Cárdenas, por citar dos ejemplos nada más. Dispéptico­s, se ve a las claras, y siempre al mal traer con úlceras, gastralgia­s, colitis y otros mayores males. Igual se veía don Vicente Lombardo Toledano, Dios lo tenga en su santo reino.

A la gente de la derecha, en cambio, le gusta comer bien. Decía un padrecito: “Comer hasta reventar, que todo lo demás es gula”. Y yo, que no soy de derecha ni de izquierda, sino de todos lados, digo: “Tratándose de comida, de lo bueno, poco. Y de lo poco, mucho”.

¡Qué sabrosuras hallo en ese antiguo libro tan sabroso! Leamos algunas de las dulcísimas galas que presenta, de nombres peregrinos:

Melones lecheros. Asado de peras. Huevos nevados. Bavaroise de tuna. Caramelos de café con leche. Capulines dulces. Bigotes de arroz. Almendras endiabladi­tas. Betises de cacahuate. Uvas taurinas. Invierno de sandías. Turroncito­s de la Virgen.

A mí con sólo escribir esos fantástico­s nombres ya se me está haciendo agua la boca.

¿Me creerá usted si le digo que existe un postre que se llama “Molletes de frijol blanco sonorense”? Es un dulce hecho con frijoles. Si no me lo cree he aquí la receta:

Se ponen a cocer los frijoles en agua clara, después de remojarlos durante la noche. Cuando estén bien cocidos se muelen muy bien y se mezclan con una poca de leche, polvo de canela, yemas de huevo y azúcar al gusto. En una sartén con bastante manteca se van friendo cucharadas hasta que doren; se colocan en un platón; se les da un baño de almíbar perfumado con coñac y se adornan con almendras y pasas. Finalmente se sirven y se comen.

¡Frijoles y coñac en una misma receta! ¿Podrá verse tal cosa en otra parte más que en México?

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