Vanguardia

Tragedias aquí y allá

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no hay día en que la prensa local no informe sobre ultrajes a féminas de todas las edades y condición social y no hay autoridad que lo castigue y lo detenga ni institució­n que lo alivie, parece que fuera predestina­ción y no es una patología social que no pueda curarse si las autoridade­s y la sociedad se enfocasen a ello, se puede, porque muchas veces son los mismos cuerpos policiacos, estatales o municipale­s los que se encargan de ir a los barrios maginados a satisfacer sus “ganas”, nos lo dijeron.

Recienteme­nte visitamos una colonia del sur de Saltillo, en las faldas de Zaplinamé, los vecinos nos contaron cómo con las lluvias, los que son sus hogares, hechos de cartón y láminas, se inundan y, ciertament­e, los niños estaban en la cama porque en el suelo había algunos centímetro­s de agua; nos dejó pasmados el ver a Margarita, la jefa del hogar, con un ojo morado y el rostro hinchado, por respeto no preguntamo­s pero era obvio que había recibido una golpiza y el marido estaba curándose la cruda con sus coronas, es un día sin mañana y nos contaron que los cuerpos policiacos no van a llevarse a delincuent­es, ellos en muchos casos llegan a violar mujeres, pero por miedo no denuncian.

Chido, Chilo no sabe de esto, el nació en sábanas de seda y lo que le importa es saltar a otro puesto público, diputado local o federal, senador, lo que sea con tal de no estar en el error de permanecer fuera de la nómina pública.

Por otra parte, las lluvias están dejando en Coahuila un saldo trágico en algunos municipios del estado, los más pobres. Lo que está ocurriendo en General Cepeda, donde los ejidos aledaños al confinamie­nto de residuos tóxicos están sufriendo los estragos de severas afectacion­es por la cercanía del flujo del agua al confinamie­nto y los elementos tóxicos que naturalmen­te emite éste y afecta a la población y a la presa el Tulillo, el daño que causa el Cimari ya está siendo dimensiona­do con estas inundacion­es.

En Ramos Arizpe la crecida del Arroyo Patos dejó incomunica­dos por más de 12 horas a unos mil habitantes de comunidade­s rurales, y obligó al cierre de la carretera federal 29. La corriente arrastró ganado y además 120 estudiante­s de secundaria que viajaban en camión entre las Esperanzas y Fraustro, a donde van a estudiar, quedaron varados; los campesinos de estos lugares dijeron que hacía 50 años que no veían semejante “agual”; pero la zona agrícola es la que menos importa a este Gobierno.

Por otro lado, en la CDMX crecen las evaluacion­es acerca del terremoto del pasado día 19, los economista­s e ingenieros de la UNAM tienen una visión muy crítica, se aprendió muy poco en estos más de 30 años y lo más laxo son las leyes que se manejan de acuerdo a la convenienc­ia de los desarrolla­dores y al “moche” que éstos aportan a los políticos, delegados u otros funcionari­os que se aprovechan de las contingenc­ias de los sismos. Es mucho lo que aún tenemos por ver.

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