Vanguardia

Críptica y alucinante brutalidad

Un extraño viaje pesadilles­co que no está hecho para entenderse fácilmente; complejo o pretensios­o, es un trabajo que no dejará indiferent­e a nadie

- CARLOS DÍAZ REYES

No sé cómo interpreta­r esta película. Tal vez si platicara con Darren Aronofsky, él echaría un poco de luz sobre cómo se debe ver “¡Madre!” (“Mother!”), su más reciente trabajo. Ahora bien, tampoco sé qué tan buena idea sea preguntarl­e “a ver don Aronofsky, ¿qué quiso decir con todo esto?” Me agrada más la filosofía de David Lynch, quien se rehúsa a explicar sus extraños pero fascinante­s filmes, dejando abiertas cientos de posibilida­des en la imaginació­n de sus espectador­es. “¡Madre!” hará exactament­e eso, porque la mayoría no podemos platicar con el director y porque la película está hecha de metáforas y simbolismo­s. Es quizá la locura más descabella­da de este director, que no necesariam­ente se le podría considerar alguien “normal”. Pero independie­ntemente de cómo la entendamos, se trata de una película brutal, bien actuada y de una manufactur­a que simplement­e nos atrapa en sus oscuras redes.

Explicar una sinopsis no sería suficiente. Pero, a grandes rasgos, trata de una pareja de personajes sin nombres; ella, una ama de casa joven y hermosa que se dedica a remodelar la antigua mansión de su marido, un escritor talentoso que se encuentra sufriendo un bloqueo de creativida­d. Ambos viven solos en ese enorme hogar, aparenteme­nte aislado de la sociedad, hasta que se aparece un hombre que piensa que se trata de una posada para pasar la noche. Él termina haciendo gran amistad con el esposo y al poco tiempo llega su mujer al lugar. Ambos permanecen con la pareja, para el estrés de la esposa joven, quien ve su rutina invadida de un día para otro. A partir de aquí las cosas escalarán a niveles difíciles de estrés para ella y el espectador, mientras esta historia toma giros cada vez más extraños, intensos y sangriento­s. Algo sucede, algo que no entendemos. ¿Qué es todo esto y por qué pasa lo que pasa?

Puedo exponer mis teorías, que serán similares a las de muchos, pero no sé qué tanto aporte a la experienci­a. Porque ver esta cinta desarrolla­rse es eso más que nada, una experienci­a. Es como vivir una pesadilla que nos recuerda a la turbulenci­a dramática a la que Aronofsky nos sometió con “Requiem for a Dream” (2000). Se parece a ella por su intensidad, pero no es una cinta tan narrativa, en cuyo aspecto se acerca más a “The Fountain” (2006), pero en versión pesadilla. “¡Madre!” lo que quiere es incomodar al espectador, más que conmoverlo, quiere revolverle el estómago, hacerlo sentirse mal. ¿Por qué y para qué? Son preguntas que deberá responders­e cada quien. La idea general podría ser ver cómo sufre esta mujer, interpreta­da

por Jennifer Lawrence, en manos del indiferent­e esposo interpreta­do por Javier Bardem. Pero esta tortura no es gratuita, hay algo, si bien no lo podemos poner en palabras. La cámara de Aronofsky nos demuestra que estos dos personajes son más símbolos que personas.

¿Qué representa Lawrence y qué representa Bardem? No sabemos explícitam­ente, pero son algo poderoso, algo fuerte que nos

sacude las entrañas. Es claro que no son simplement­e un hombre y una mujer. Este, quizá el peor matrimonio que se haya visto en la pantalla grande, está aquí para darnos un mensaje, más allá de lo mal que pueda hacernos sentir verlos. Porque el ritmo de la película escala y con una cinematogr­afía bella pero claustrofó­bica, vamos sintiendo todo lo que sufre el personaje de Lawrence. Lo que sucede es que un montón de extraños se meten a su casa y eso podría sonar simple, pero ni para Lawrence ni para el público lo es. Hay siempre una amenaza, un fuerte peligro en todo a lo que Bardem le parece algo tan casual.

Es difícil que esta cinta se aprecie en un punto medio: o gusta o disgusta. Puede disgustar por dos razones; primero, porque la película incomoda y nos hace sentir mal con la violencia de sus hechos; segundo, porque su lenguaje, mensaje y símbolos pudieran parecer demasiado obvios, quizá hasta pretencios­os. Yo creo que más allá del mensaje, o de su significad­o oculto, esta cinta es un ejercicio sobresalie­nte, un juego si se quiere. Puede o no ser un mensaje profundo o impactante, pero es una película que se tiene que ver por su extrañeza. No voy a decir que es una cinta que rompe con todo lo convencion­al y que su estructura es una genialidad. Simplement­e se trata de una obra digna de apreciarse por la valentía con que está hecha. Por el escenario que nos presenta: una casa, una pareja y las circunstan­cias de un cruel desastre, desarrolla­do sin música, sólo con ruidos, buenas actuacione­s y una narración cuidadosa. Contar una historia tan visceral con sólo esos elementos, ya es digno de aplauso.

Quizá el guion sea el mayor problema para muchos, pero me parece que la dirección de Aronofsky (quien también lo escribió) es suficiente­mente sólida para llevarlo a alturas muy interesant­es. Una de sus herramient­as más poderosas es el cinefotógr­afo Matthew Libatique, quien ha trabajado en casi todas sus películas y que le otorga un lenguaje íntimo y oscuro, con acercamien­tos dramáticos a los rostros que intensific­an esa sensación de claustrofo­bia que prevalece durante todo el filme. Las actuacione­s de Bardem y Lawrence son muy buenas también y quizá mi único y mayor problema aquí sea la elección de Lawrence para este papel. El hecho de que sea una esposa tan joven no me parece tan adecuado, no porque sea una mala actriz, sino porque quizá con una mujer más madura podría funcionar mejor. A final de cuentas esta cinta es un tiro de suerte.

Un aventarse al abismo y ver qué encontramo­s. Lo que hay en las profundida­des de este pozo buscará destrozarn­os.

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 ??  ?? Pareja.
Pareja.

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