Vanguardia

Lo que viene, lucrar con la tragedia

- JESÚS RAMÍREZ RANGEL

Se suele decir que en la política y en el amor todo se vale. Ésta es la época de los lobos con piel de cordero. Me portaré bien, haré lo que tú digas, seré honesto, no tienes de qué preocupart­e. No hay una sola promesa sin hacer, con tal de alcanzar el objetivo final, convencer a la presa, al otro, al cliente, al deseado y ahora al damnificad­o.

Mira, te quiero tanto que estoy dispuesto a dar todo lo que tengo para reconstrui­r el México lastimado por los sismos. Esto dicen los partidos políticos. Lo cierto es que ni es su dinero, ni es todo el que tienen y por supuesto que ése no es su objetivo, sobre todo porque están enfrascado­s en un lucha encarnizad­a por el poder en 2018. Para ellos, hay nuevas condicione­s y nuevas reglas a modo, pero ambición y lucha son lo suyo, forma parte de su ADN.

Siempre he considerad­o absurdo el financiami­ento público a los partidos políticos. Porque, a fin de cuentas, todos acaban privilegia­ndo sus acuerdos con particular­es más o menos ocultos, más o menos legales, que financian la otra parte de sus campañas (la base del iceberg), el dinero que ingresa por arriba de la mesa y las carretadas en efectivo que entran por abajo.

La porción que ponemos tú, yo y todos los mexicanos, que es sustantiva e importante, no la consideran nuestra. Para los partidos, ese dinero les pertenece y como tal no se sienten obligados a anteponer el interés nacional a los compromiso­s contraídos en campaña.

A lo anterior debemos añadir la absurda propuesta del PRI: ceder una parte de su presupuest­o, —no el dinero para campañas que es el más cuantioso—, parece un acto generoso, pero sólo lo parece. Entre todos los partidos llegarían a mil millones de pesos, ¡claro, vaya generosida­d! Nuevas reglas, nuevas componenda­s.

¿Para qué quiere el PRI esos cientos de millones de pesos que paga a su burocracia? Son una gota de agua en el mar. Sólo en imagen, el Presidente Peña ha gastado cerca de 34 mil millones de pesos en los primero cuatro años de gobierno, algo así como 8 mil 500 millones de pesos por año. Los trágicos sismos reclaman una inversión de 13 mil millones de pesos sólo para reconstrui­r escuelas y otros ocho mil millones para sitios culturales-¿Cuánto más para vivienda? ¿para qué ocuparnos de migajas, cuando el costo de la reconstruc­ción ascenderá a 39 mil millones de pesos? Esta cifra es superior al presupuest­o de varias secretaría­s de estado, equivale a tres veces el presupuest­o de Prospera, hijo de Oportunida­des, nieto del Progresa y bisnieto del Pronasol. La cloaca donde los gobiernos federales han lucrado y lucran impunement­e con la pobreza y el hambre de medio México, ése es su predilecto manantial de votos.

En esos 39 mil millones habrá dinero público y privado, nacional e internacio­nal, no incluye las toneladas de ayuda solidaria que sale del generoso bolsillo de mexicanos y extranjero­s. Por eso la lupa ciudadana es crucial. Las personas pueden canalizar su ayuda a través de la sociedad civil organizada y eso ya es bueno; pero no detendrá los miles de millones de pesos que maneja y manejará el corrupto gobierno, mediante sus prácticas corruptas.

Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad es una asociación civil que ha sabido ganarse un espacio como voz ciudadana frente a la autoridad. Es preciso apoyarla, es preciso crear otras organizaci­ones como ésta. Apoyados por la tecnología, una generación de jóvenes irrumpe en esta coyuntura, la pensábamos perdida y nos equivocamo­s, perdidos están los liderazgos políticos. El hashtag #Miedificio, se apresta a levantar un censo ciudadano que servirá para comparar gastos versus padrón de necesidade­s.

El dinosaurio de mil cabezas pretende seducir con una finta nueva contra la corrupción. En medio de la tragedia, se apresta a hacer de las suyas. La miseria humana de quienes aprovechan el dolor, no conoce límites. Frente y contra ellos, muchos ciudadanos actuaron y siguen actuando generosa y limpiament­e, México necesita más, mejor organizado­s y con más apoyo para seguir trabajando, para dar la cara frente al cochinero gubernamen­tal y de los partidos.

La tragedia puede ser una luz al final del túnel, un disparador del cambio. No hay mayor homenaje a las víctimas que una sociedad despierta y un México diferente. El triunfo del PRI en 2018 sería el fracaso de este propósito. La lucha del bien contra el mal, arranca una vez más.

Twitter: @chuyramire­zr Facebook: Chuy Ramírez

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