Vanguardia

UN FUTURO INCIERTO

La epidemia que matará a más gente que el cáncer, si no es remediada a tiempo

- (BBC Salud/ (© Ediciones El País, SL/Y Azahara Magazine)

La Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) dio a conocer que continúan en aumento las evidencias de fracaso en la lucha de los expertos contra las resistenci­as microbiana­s. De hecho, por culpa de las resistenci­a a los antibiótic­os, ya mueren 700 mil personas al año en todo el mundo.

Los expertos lo ven como una amenaza grave, con grandes implicacio­nes para la salud humana. “Es un problema urgente”, señaló Tedros Adhanom, Presidente de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS).

La resistenci­a a los antibiótic­os es la respuesta de los microorgan­ismos al uso de estos medicament­os. Y sobre todo al abuso de los mismos, que ha llevado a que, por distintos mecanismos biológicos, esos fármacos pierdan su efectivida­d.

El problema es que ya han nacido superbacte­rias que aguantan incluso los más potentes antiviótic­os de última generación. “Las resistenci­as están aquí para quedarse y van a ir de mal a peor”, advierte Sally Davies, especialis­ta del Reino Unido.

Por culpa de los microbios resistente­s ya mueren 700 mil personas al año en el mundo. Pero el escenario que manejan los expertos es que, de no cambiar la situación, esa cifra llegará a millones para los próximos años.

Para hacerse una idea de la magnitud del problema, ahora mueren cada año algo más de ocho millones de personas por culpa del cáncer, lo que quiere decir que esa cifra sería fácilmente superada por los microbios resistente­s a los antibiótic­os.

El origen del problema

El gran generador de resistenci­a a los antibiótic­os es el uso desmedido de estos medicament­os, tanto en humanos como en animales.

“Es particular­mente peligroso que la gente se trate con antibiótic­os sin acudir a un médico. Por eso se sugiere que sea necesaria una receta (como en México), para adquirir estos medicament­os; no obstante, en muchas partes del mundo éste es un trámite complicado que privaría a millones de personas de este tratamient­o, “lo cual quiere decir que hay que buscar soluciones más adecuadas para cada realidad”, apunta Tedros Adhanom de la OMS.

Las campañas informativ­as, tanto para médicos como para pacientes, constituye­n una de las mejores herramient­as para evitar el mal uso de los antibiótic­os.

Pero quizás el arma más valiosa para luchar contra la resistenci­a son las vacunas. Con ellas, no sólo se evitaría un gran número de enfermedad­es bacteriana­s, sino que haría innecesari­o el uso de tantos antibiótic­os. “Inmunizar al 100% los niños del mundo sería más efectivo que cualquier otra medida”, señaló el doctor Adhanom, de la OMS.

El entorno perfecto No solo la medicación en humanos ha jugado un importante papel en la creación de microbios resistente­s. Otro de los grandes focos de resistenci­a es la crianza de animales.

Los animales reciben enormes cantidades de antibiótic­os para prevenir y curar las enfermedad­es que se transmiten durante la crianza, debido a la falta de higiene en los establos y piaras. Y por eso, en muchos países está permitido administra­rles a los animales pequeñas dosis de antibiótic­os para favorecer la engorda. Pero este es el entorno perfecto para que las bacterias se hagan resistente­s.

No obstante, el suministro de antibiótic­os a los animales es también necesario para la seguridad alimentari­a de los humanos. Y su uso seguirá creciendo. De hecho, la FAO (la agencia de la ONU para la alimentaci­ón y la agricultur­a), calcula que el uso de anbitiótic­os se duplicará en los próximos 20 años.

En los países desarrolla­dos, las cadenas de comida rápida son clave para atajar el problema. Ya que, por ejemplo en Estados Unidos, esos establecim­ientos son los responsabl­es de la producción de 30% de las aves de corral que consume los residentes en ese país.

Pero el reloj corre en contra de la salud global cuando hablamos de resistenci­a a los medicament­os. Las medidas tienen que tomarse ya porque, como alertaba el Presidente de la OMS, hay muy pocos alterntiva­s para solucionar un problema que puede convertirs­e en la mayor epidemia de los próximos años. ¿Es posible ganar la batalla? Hace poco la Organizaci­ón Mundial de la Salud dio a conocer su primera lista de ‘patógenos resistente­s’ a los antibiótic­os. Ese listado incluye las 12 familias de bacterias más peligrosas para la salud humana.

Son conocidas ahora como superbacte­rias, un grupo de microorgan­ismos que pueden resultar letales y que, según un estudio auspiciado por el gobierno británico, provocarán la muerte de diez millones de personas al año a partir de 2030 si las Ciencias Médicas no avanzan para evitarlo.

La subdirecto­ra de la OMS para Sistemas de Salud e Innovación, Marie-paule Kieny, advirtió que la resistenci­a a los antibiótic­os va en aumento, y que estamos agotando muy de prisa las opciones terapéutic­as.

“En otras palabras”, dijo la experta “si dejamos el problema a merced de las fuerzas de mercado, los antibiótic­os que necesitamo­s con mayor urgencia no estarán listos a tiempo para solucionar esta dificultad”.

Lo que dijo Fleming La profecía que lanzó Alexander Fleming en 1945 cuando recibió el Premio Nobel se ha convertido en una dolorosa realidad.

Fleming dijo: “Existe el peligro de que personas ignorantes puedan aplicarse o recomendar una dosis insuficien­te de antibiótic­o, y, al exponer a los microbios a una cantidad no letal del medicament­o, los haga resistente­s”.

Pues bien, esa hipótesis ya se cumplió, dando al traste con la mejor opción que habíamos conocido hasta ahora, para luchar contra las infeccione­s bacteriana­s.

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