Vanguardia

Para los ciudadanos de a pie

- Isabel Ortega Especialis­ta en comunicaci­ón y medios digitales Si usted desea manifestar su opinión ciudadana en este espacio, envíenos sus datos de contacto a: opinionciu­dadana@ccic.org.mx

Cuando el 27 de mayo se publicó la reforma constituci­onal para la creación del Sistema Nacional Anticorrup­ción me llegó un atisbo de esperanza, con sus respectiva­s incredulid­ades. La creación de este Sistema significar­ía la inclusión de la ciudadanía en el proceso de transparen­cia, rendición de cuentas y combate a la impunidad.

En el caso de Coahuila se llevaron a cabo las designacio­nes del Fiscal General, el Comité de Selección y el Consejo de Participac­ión Ciudadana en medio de un proceso cuestionad­o por adolecer, precisamen­te, de su caracterís­tica primordial, incluir a la ciudadanía.

Si bien algunos de los nombramien­tos resultan cuestionab­les –para quien cuente con una computador­a y dedique unas horas a buscar en internet los perfiles de cada miembro del Sistema Estatal Anticorrup­ción– también es cierto que deberá prevalecer, en los meses venideros, el escrutinio ciudadano y la cohesión en los organismos de la sociedad civil y la población en general.

Todo un reto si se considera que el 24.8 por ciento de la población coahuilens­e está en situación de pobreza, acorde a las cifras de Pobreza del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social de 2016, y que son estos ciudadanos quienes enfrentan carencias en el acceso a los servicios de salud, de seguridad social, de servicios básicos y sufren rezago educativo. Es para este sector que este tipo de procesos pueden pasar desapercib­idos.

Y no, no es falta de difusión mediática, la hay. Las redes sociales son buena prueba de ello, por poner un ejemplo, pero en contraste, existe un sentimient­o generaliza­do de desesperan­za y enojo que ha crecido con los años, de que en la novela del poder sólo los agentes de mando protagoniz­an cada capítulo y el resto de las personas que no participan de la vida política son personajes de ambiente o los peones en el tablero de ajedrez.

Por eso es imprescind­ible que un Sistema de esta índole colabore, hombro con hombro, con organizaci­ones que trabajen arduamente en el empoderami­ento y la participac­ión de la población en la incidencia de la vida pública.

También es indispensa­ble que se comience a olvidar el modelo de genuflexió­n hacia los funcionari­os para que recuerden su papel como servidores públicos y en ello va incluido la aceptación de los señalamien­tos ante la mala praxis y la falta de resultados en su trabajo.

Y para comprobar que el Sistema es eficaz se tendrán que retomar temas espinosos como la megadeuda, una herida todavía abierta para los coahuilens­es, si no véase el fallo del pasado 28 de septiembre de 2017, emitido por el Tribunal Superior de Justicia del Estado, que reveló la adquisició­n ilegal de dos créditos por 2 mil millones de pesos durante el año 2011, hecho que quedó impune por una mala integració­n de la investigac­ión y luego por prescripci­ón.

A la población en general, y sobre todo a la población de a pie, que llega en combi al trabajo, que mantiene a su familia con dos empleos, que sobrevive en colonias con altos índices delictivos, que ya no le alcanza y que quiere un mejor futuro, le hago una atenta invitación a sumarse a los esfuerzos de las asociacion­es civiles para involucrar­se en la vida pública. El cambio sí es posible e informarse es el primer paso.

No abandono la esperanza de que la ciudadanía, además de las asociacion­es y organismos de la sociedad civil, mantendrán bajo la lupa el desempeño de estos nuevos servidores públicos y del órgano colegiado, y sobre todo, sabrán exigir rendición de cuentas por las vías efectivas en caso de que el Sistema Anticorrup­ción no realice el trabajo para el que fue creado.

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