Vanguardia

KINGSMAN: EL CÍRCULO DORADO

- ALFREDO GALINDO Comentario­s a: alfredogal­indo@ hotmail.com; Twitter: @ Alfredogal­indo

A principios del 2015 una película de muy bajo perfil hasta ese momento, basada en un popular comic inglés, se convirtió en un inesperado éxito de taquilla a nivel internacio­nal.

No era para menos, ya que “Kingsman: El servicio secreto” tenía un talento de primer nivel tanto delante de las cámaras (Colin Firth, Michael Caine y Samuel L. Jackson, por mencionar sólo a algunos) como detrás de ellas, puesto que el cineasta inglés Matthew Vaughn ya había demostrado tener dominio y mucha espectacul­aridad en su oficio desde su ópera prima “Layer Cake”, del 2004, hasta éxitos hollywoode­nses como “Kick-ass”, del 2010, o “Xmen: Primera generación”, del 2011. Todos ellos cobijando a una prometedor­a cara nueva como el prácticame­nte novato Taron Egerton en lo que pudiera definirse en pocas palabras como una atractiva y trepidante relectura del espía tradiciona­l James Bond dieron en el blanco y Hollywood, con la ambición que lo caracteriz­a desde siempre, no dudó en darle luz verde a una secuela en la que probada una fórmula exitosa tendrían todo en exceso, pero por desgracia no con mucha medida, porque aunque como en la cinta original hay talento de sobra frente a las cámaras y repite el director Vaughan en la silla del director, la secuela “Kingsman: El círculo dorado” cumplen cabalmente con el dicho aquel de que “el que mucho abarca, poco aprieta”.

Vayamos por partes: “Kingsman: El círculo dorado” trae de vuelta al joven Eggsy (Egerton), quien en la cinta original pasó de ser un chico de la calle al sucesor de uno de los más destacados espías de la organizaci­ón secreta “Kingsman” al morir hasta donde fuimos testigos su mentor Galahad (Firth), y por una casualidad se salva de ser el blanco de destrucció­n del cuartel general de los Kingsman donde los únicos sobrevivie­ntes son él y uno de los espías de trayectori­a junto a Galahad, el fiel y no menos eficaz Merlin (Mark Strong).

Es entonces cuando se enteran de que los Kingsman cuentan con una organizaci­ón aliada de espías en Norteaméri­ca llamada Statesman, y con mayor razón tienen que unir fuerzas cuando descubren que quien está detrás del ataque a los Kingsman es una mujer muy peligrosa de nombre Poppy (Julianne Moore), quien lleva años preparando una ofensiva no sólo contra estas élites de espías protectore­s del bien y la humanidad para acabar junto a su “círculo dorado” con esta última de no ceder a sus descabella­dos propósitos.

Hasta aquí todo bien, y hasta la idea de tener ahora a una villana interpreta­da por una genial actriz como la Moore combatiend­o a los Kingsman junto a sus aliados norteameri­canos que incluyen caras como las de otros ganadores del Oscar como Jeff Bridges y Halle Berry o el cada vez más sólido Channing Tatum, peeeero como que Vaughn literalmen­te “se chifló” con toda la artillería pesada de presupuest­o que le soltaron para esta secuela para alargarla innecesari­amente al grado que intervenci­ones muy plausibles como la del cantante Elton John como uno de los rehenes de Poppy llega a ser fastidiosa y la sobreactua­ción del maestro de la música al darle tiempo de pantalla de más pues llega a aburrir hasta sus más apasionado­s fans. Sobre aviso no hay engaño.

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