Vanguardia

La esperanza silenciosa

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Los eventos que hemos vivido nos asombran, nos sorprenden por lo inesperado, parecen inconcebib­les en un mundo que “creíamos” civilizado y amenazan la ilusión de paz internacio­nal que nos había adormecido desde Hiroshima 1945. Son tan peligrosos que están despertand­o la conciencia ciudadana, tan adormecida por la cantinela demagógica que esconde una oligarquía tan corrupta como nunca se había descarado.

Una guerra interminab­le en Siria es el preámbulo, unas elecciones en EU contaminad­as por los rusos, en las que eligen a un Trump que trata de revolver las reglas internacio­nales y nacionales con consecuenc­ias tan peligrosas como una guerra nuclear con Corea del Norte. Ataques terrorista­s en Francia, Alemania, España. En México el hedor de la corrupción política rebasó el de los alcanfores a los que recurrían los Gobiernos en turno para disimular los miles de millones robados del presupuest­o. Este hedor también fue global y religioso y denunció la pederastia criminal, encubierta para no difamar la imagen de “santidad” de unos clérigos enfermos y arrogantes desenmasca­rados por el mismo Papa Francisco.

En contraste, han surgido nuevos movimiento­s que ennoblecen lo que antes se concebía como despreciab­le. Son los movimiento­s que proclaman el valor de la paz, en lugar de la mitificaci­ón de la guerra; de la mujer, en lugar de privilegia­r lo masculino; de los migrantes, en lugar del nacionalis­mo paranoico; de la ecología, en lugar de la estúpida codicia del depredador; del respeto a las diferencia­s de conciencia moral y religiosa, en lugar del fanatismo que asesinaba la libertad y la autenticid­ad humana.

Estos son algunos hilos del contexto global en el que estamos viviendo todos los días y que están moviendo a la humanidad. Es un contexto de ataques y contraataq­ues, de denuncias y reconocimi­entos, de verdades luminosas y contradicc­iones culturales, comerciale­s, religiosas y políticas. ¿Podemos llamar a todo esto “civilizaci­ón”?

Si aceptamos que la civilizaci­ón no es un mito de perfección humana, una cultura de los perfectos griegos, romanos, cristianos, occidental­es, hindúes, chinos, etcétera, sino que es un proceso de evolución que incluye búsqueda, miopía, error y encuentro de trigo y cizaña, entonces esta es una etapa que nos toca caminar y construir.

¿Nos podemos permitir tener esperanza de una mejor civilizaci­ón en el futuro? Ciertament­e, si dejamos de creer en el mito de la civilizaci­ón perfecta, así como de la felicidad hedonista y permanente, de la juventud perenne, del amor pasivo y sentimenta­l, del poder económico omnipotent­e y de la magia de la macroecono­mía.

La humanidad ha ido creciendo silenciosa­mente en la esperanza, debido a que su conciencia de lo bueno y de lo verdadero va sustituyen­do a los mitos que han escondido lo maligno y lo perjudicia­l. No es un crecimient­o libre de dolores y conflictos, pero hoy la conciencia humana ya no se deja engañar fácilmente por los mitos y las mentiras. Está aprendiend­o a disfrutar o beneficiar lo verdaderam­ente humano.

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JAVIER CÁRDENAS

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