Vanguardia

Símil desafortun­ado

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En el atestado autobús cierto curita acertó a quedar sentado junto a una curvilínea chica. El camión viró hacia la izquierda y la muchacha se inclinó de modo que quedó en estrecha cercanía con el sacerdote. Musitó éste una plegaria: “No nos dejes caer en la tentación”. Poco después el autobús viró hacia la derecha y ahora fue el curita el que quedó casi sobre la hermosa joven. Exclamó entonces con alegría: “¡Hágase, Señor, tu voluntad!”… Lord Highrump estaba narrando en el club sus aventuras de cacería en África: “Mi instinto de cazador me dijo que ahí estaba el león. Con el cañón del rifle aparté los arbustos. En efecto, amigos míos: ahí estaba el rey de la selva, tan cerca que lo sentí junto a mi rostro. Entonces el león hizo: ‘¡Ptrrr!’”. Uno de los oyentes interrumpi­ó el relato: “Perdone usted, milord. Con el mayor respeto he de decirle que los leones hacen: ‘¡Grrrr!’, no: ‘¡Ptrrr!’”. Aclaró lord Highrump: “Éste se hallaba de espaldas”… La linda Susiflor se quejó de su galán: “No sólo me mintió acerca de la longitud de su yate. También me hizo remar”…hacía mucho tiempo que Ianni Tzingas no se presentaba aquí. El célebre escritor magiar, conocido sobre todo por su libro “Crítica de las Costumbres de Todos los Tiempos”, suele enviar cartas reprobator­ias a quienes considera merecedore­s de pública amonestaci­ón. En ellas afea la conducta de aquéllos que motivan su reprimenda, y luego rubrica la misiva con su nombre: Ianni Tzingas, lo cual suena también a regañina. En esta ocasión dedica su mensaje a Ernesto Ruffo, panista. Este señor comentó la eventual renuncia de Margarita Zavala al PAN con estas palabras carentes de todo pundonor: “Siento como un alivio. Haga de cuenta como cuando tiene un absceso y sale la pus”. Ianni Tzingas se dirige a Ruffo en los siguientes términos: “… Al hacer esa declaració­n mostraste una absoluta falta no sólo de caballeros­idad, sino igualmente de decencia, y te pusiste a la misma altura de López Obrador, que siempre hace a un lado los indiscutib­les méritos personales de quien fue ejemplar Primera Dama y se refiere a ella llamándola sistemátic­amente ‘la señora Calderón’. El símil que usaste al referirte a la renuncia de doña Margarita fue sumamente desafortun­ado, por virulento y rudo. Pusiste la política por encima del decoro, y con tu injuriosa frase mostraste falta de calidad humana. Tu comentario, bajuno y excesivo, habla muy mal de ti y de tu capacidad política. Ianni Tzingas”. He transcrito

la reprensión del célebre autor húngaro a Ruffo Appel para todos los efectos a que haya lugar… En la merienda de los jueves declaró doña Macalota: “Mi marido es un excelente amante. Al menos eso es lo que me cuentan mis amigas”… Dulciflor le dijo a Lilibel: “Supe que rompiste el compromiso con tu novio”. “Así es –confirmó ella–. Mis sentimient­os hacia él cambiaron”. Prosiguió Dulciflor: “Pero veo que no le devolviste el anillo de compromiso”. “No –replicó Lilibel–. Mis sentimient­os hacia el anillo no han cambiado”… En el vagón del Metro preguntó Pepito: “¿Alguien perdió un fajo de billetes?”. Varias voces sonaron: “¡Yo!”, “¡Yo!”, “¡Yo!”. “Ah, vaya –continuó el chiquillo–. Es que me acabo de hallar la liguita”… Himenia Camafría, madura señorita soltera, le contó a su amiguita Solicia Sinpitier, célibe como ella, que se había topado en el parque con un exhibicion­ista. “El hombre se abrió la gabardina –relató– y puso ante mi vista su parte de varón”. “¡Qué barbaridad! –se consternó Solicia–. Lamento que hayas tenido ese infortunad­o encuentro”. “¡Bah! –respondió con desdén la señorita Himenia–. No fue la gran cosa”… FIN.

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