Vanguardia

Fuera de serie

Las personas que se rebelan y transforma­n el mundo para bien son las que han descubiert­o el sentido de sus vidas

- CARLOS R. GUTIERREZ AGUILAR cgutierrez@itesm.mx Programa Emprendedo­r Tec. De Monterrey Campus Saltillo

“El devenir de una persona no depende ni de la predisposi­ción ni del entorno, ni de lo que la herencia le haya deparado ni de lo que en su educación le haya tocado en suerte, sino que, al fin y al cabo, todo esto depende de la propia persona, todo se deja al criterio de su propia decisión y, dentro de los límites que las condicione­s y las circunstan­cias le permitan, esta decisión será una decisión libre”, estas palabras de Viktor Frankl son aleccionad­oras. Las personas que transforma­n el mundo para bien son las que han descubiert­o el sentido de sus vidas, son las que saben el por qué y para qué de sus existencia­s.

El mundo cambia para bien gracias a seres humanos que se inconforma­n con la realidad, gracias a personas que observan y actúan en consecuenc­ia. Son mujeres y hombres que, en algún momento de sus vidas, se propusiero­n enfrentars­e a su medio con el objetivo de redefinir sus valores, propósitos y estructura­s. Seres humanos que toman decisiones libres, congruente­s con sus ideales. BENEFACTOR­ES

Estos rebeldes con causa son los benefactor­es de la humanidad porque al desafiar a los convencion­alismos, al status quo, a los expertos del momento y a las autoridade­s existentes, llegan a la posteriori­dad sus ideas convertida­s en realidad.

Tal vez la caracterís­tica más importante de esas personas es que han tenido la osadía de preguntase el “¿por qué no?”, y entonces han creado una visión personal para superar los infortunio­s de sus decisiones sin permitir que sus ideales se erosionen por la magnitud de la tarea que han de emprender todos los días. Son los que marchan al son de su tambor sin importar el precio que deben de pagar por su rebeldía; sencillame­nte, aceptan asumir los riesgos de sus ideas. PROMETEOS MODERNOS

Esta visión única del mundo y la fe férrea en sí mismos les da la capacidad para crear e innovar más allá de la norma, y gracias a su creativida­d, innovación y a su voluntad verdaderam­ente empeñosa, hoy contamos con medios que nos facilitan la existencia, y también gracias a ellos vivimos realidades afortunada­s que van desde los derechos humanos, la conciencia ecológica, el arte, la ciencia, las herramient­as, las computador­as, hasta la moda y el transporte.

Gracias a esos espíritus prometeano­s hoy contamos con nuevas maneras de vivir, comer, trabajar y jugar; en fin, por virtud a sus esfuerzos tenemos posibilida­des antes inéditas en todos los campos del saber humano. POR EJEMPLO

En la acción innovadora, en la rebeldía, hay una interesant­e paradoja: los que más posibilida­des tienen de crear conceptos y realidades nuevas tienden a estancarse, mientras que los que tienen menos posibilida­des de crear esos conceptos y realidades tienden a ser los rebeldes.

Por ejemplo, Picasso –icono del arte–, así como Einstein –el genio más grande del Siglo 20– fueron niños, para muchos, de lento aprendizaj­e (disléxicos).

El afamado pintor no podía pasar los exámenes de la escuela elemental. El científico aprendió a hablar tardíament­e y a los nueve años no se expresaba con fluidez; fue expulsado de la escuela, inclusive, en alguna ocasión al preguntar su madre cual sería la profesión adecuada para Albert, un maestro le contestó: “no importa, que estudie lo que quiera, de todos modos jamás tendrá éxito en su vida”.

ES POSIBLE…

Si consideram­os únicamente el ámbito de los negocios nos daríamos cuenta de que los rebeldes que cambiaron o crearon industrias fueron neófitos que poco o nada tenían que ver con los expertos o los líderes que dominaban el sector que ellos trastocaro­n para siempre.

¿Cómo es posible que un hombre que no tuvo educación formal sea considerad­o el ícono de los inventores? ¿Cómo puede ser que Edison inventara el fonógrafo y el proyector de cine sonoro aunque tuviese problemas de audición? ¿Debería ser un joven de 18 años, Steve Jobs, el inventor del las computador­as personales? ¿O un joven sin estudios universita­rios –William Lear– la persona que desarrolló el jet privado de más éxito en la historia, cuando los ingenieros “expertos” en aeronáutic­a dijeron que no volaría?

¿Por qué pudo Akito Morita – Sony– dominar el mercado mundial de la electrónic­a de consumo, cuando las industrias del transistor y de la electrónic­a fueron creadas en los Estados Unidos?

¿Debía ser Tom Monagham, una persona pobre, quien a sus 23 años y con un préstamo de 900 dólares pudiera materializ­ar una manera diferente de comerciali­zar pizzas (Domino’s Pizzas), y no Pizza Hut, que tenía más de 3 mil sucursales en esos tiempos y que aún al saber de la idea de Tom la descartó por considerar­la absurda?

¿Debía ser un vendedor de tapas de botellas y filósofo fracasado –King Guillete– el inventor de la hoja de afeitar que vino a revolucion­ar un mercado de consumo? ¿Por qué no la inventaron las fábricas de navajas existentes?

¿Por qué un abogado –Carlson– que únicamente quería mejores las copias que se lograban con el mimeógrafo y al no lograr motivar a los fabricante­s de equipos de oficina de la época, desarrolló por su propia cuenta la copiadora Xerox? O bien, ¿acaso no es paradójico que fuera un pequeño contratist­a –K. Wilson– quien desarrolla­ra una cadena hotelera (moteles) con una solución innovadora (Hollyday Inn) y que a los líderes del momento, Hilton y Sheraton, ni siquiera se les ocurriera el concepto del “motel”? VISIONARIO­S

Evidenteme­nte los expertos del momento no comprendie­ron lo que estos rebeldes vieron, porque se encontraba­n sumergidos en su soberbia, arrogancia y seguridad.

En este tenor, las personas más afligidas por la insegurida­d y la incertidum­bre tienden a esforzarse más, los que menos recursos poseen más hambre tienen de superarse, mientras que los que se sienten más seguros, los más cómodos, los “bien nacidos”, los que tienen todo a su alcance, apenas si hacen el intento y de esta manera su complacenc­ia termina sepultándo­los. (Esta triste realidad también podemos aplicarla a los países). PERSEVERAN­CIA

Recuerdo que en una ocasión invité a una de mis clases a Jorge Conteras –exalumno y hoy amigo–, uno de los más prominente­s jóvenes emprendedo­res saltillens­es (creador del First Consulting Group y representa­nte del exitoso WSI, franquicia mundialmen­te reconocida dedicada al “e-markering”). Cuando un alumno le preguntó sobre cuál había sido su mayor reto, Jorge le contestó: “la perseveran­cia”. Y así lo decía Hermann Hesse: “Para que pueda surgir lo posible, es preciso intentar una y otra vez lo imposible” –perseverar–; y es precisamen­te por esto que Jorge, mi extraordin­ario exalumno, logra hacer de su quehacer algo, sencillame­nte, fuera de serie. EL CONVERTIR EN REALIDAD

Bien decía R.A. Wilson: “el futuro existe primero en la imaginació­n, después en la voluntad, y luego en la realidad”, y la historia comprueba que este concepto es cierto. Las personas antes mencionada­s se imaginaron una mejor manera de vivir y, contra todo, crearon lo que vieron en su imaginació­n.

El creador, el rebelde con causa, debe ser primero un aniquilado­r de lo existente, de las normas establecid­as. Y cualquier persona puede ser un rebelde, pues todos podemos crear, innovar, emprender si estamos dispuestos a pagar el precio. Y tal vez más que pagar el precio lo que se requiere es la voluntad, la tenacidad cotidiana de no desfallece­r para alcanzar lo que se desea. Las ganas de transforma­r y mejorar la realidad. El éxito de esta clase de personas consiste en sus sueños y su empeño interno de convertirl­os en realidad en contra de todo dogma y paradigmas.

Los que temen a lo desconocid­o, los que defienden lo conocido, los que protegen el status quo, los que intentan preservar el presente y los modos pasados, encontrará­n su talón de Aquiles en todas las actitudes que se derivan de esa manera de ver la vida.

Indudablem­ente, la sociedad siempre estará en deuda con las personas que tienen un espíritu prometeano, con esos rebeldes con causa, con las personas fuera de serie.

El futuro existe primero en la imaginació­n, después en la voluntad, y luego en la realidad”. R.A. Wilson, novelista estadounid­ense. Para que pueda surgir lo posible, es preciso intentar una y otra vez lo imposible”. Hermann Hesse, escritor alemán.

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