La solidaridad, el mayor valor
“Una foto es como una pintura: es distinta según quien la mire”. Esta sentencia, inscrita en el diálogo de una serie de televisión vista recientemente, hace pensar en los cientos de cosas que resultan diferentes para cada persona que las aprecian o experimentan. De ahí que resulta de gran utilidad poner en común las ideas y las reflexiones que provoca la contemplación de todo aquello que nos rodea.
Para efectos prácticos, esta reflexión la podemos situar en el medio ambiente que vivimos, en el entorno, la atmósfera, todo lo que forma parte de nuestra existencia cotidiana, y más específicamente, en lo que nos afecta como Nación en la actualidad.
La solución de problemas sociales podría plantearse de mejor manera gracias a la apertura de las diferentes ópticas en torno a los problemas que nos aquejan. La perspectiva del peatón, la del automovilista, la del ama de casa, la del estudiante, la del maestro y la del empresario o político.
¿Para qué mencionar esto? ¿Por qué reflexionarlo ahora? Justamente luego de las inundaciones y los terremotos que han sacudido a la Ciudad de México y algunos estados de la República, muchos de ellos azotados antes ya por el flagelo de la pobreza, considero pertinente pensar en la importancia de tomar en cuenta distintos puntos de vista acerca de las posibles soluciones a la angustia de los damnificados.
La gran ayuda que podemos ofrecer los mexicanos en estas tragedias se dio desde los primeros días, luego de presentarse los fenómenos naturales. Hoy es momento de aportar cada uno, desde su trinchera, las opiniones y proyectos sobre la prevención, las formas de articular de mejor manera la actuación de Gobierno y sociedad civil, y las formas de lograr una recuperación de los daños causados a particulares y a la economía del País.
Una de las estrategias que se pensaron, tras estas catástrofes, fue la promoción de los puntos turísticos de estados dolidos por la fiereza de la Naturaleza.
Parece una buena idea, pues México es un País con bellezas naturales y atmósferas deseables para extranjeros. Su arquitectura y la calidez de su gente lo vuelven un punto fascinante y mágico.
Ahora, resulta indispensable que aquí, en éste, como en las estrategias bien definidas para recuperar zonas devastadas, los mexicanos nos pongamos de acuerdo y la perspectiva de cada parte de la población se conjugue y enriquezca el conjunto para el bien de todos.
Enriqueciéndonos con todos los puntos de vista, y armados con estrategias que a todos beneficien, saldremos de pie ante los severos daños que han dejado los fenómenos naturales.
El impulso de las economías locales, el trabajo en conjunto de los habitantes de esas zonas, pero también de todos aquellos que, pese a que no tocó el desastre, les haya tocado la fibra de la sensibilidad para conjuntar los valores y esfuerzos.
Un buen momento para reflexionar en que las actividades que realizamos cotidianamente pueden servir de gran ayuda en los momentos que vivimos en la actualidad. Ya sea desde el escritorio de un empleado, en la cocina de un restaurante, al frente de un comercio, ante el pizarrón o en el mesabanco del estudiante en el aula.
Es de esta manera como podremos avanzar en ese sentido. Mirar una fotografía, mirar una pintura, decíamos arriba, provoca numerosas interpretaciones. De la situación que vivimos como País, si ponemos todos nuestros empeños, de acuerdo a la solución que cada uno ofrezca, lograremos dar con el acuerdo que nos permita recobrar la brillantez a una nación que ha demostrado que en la solidaridad está su mayor fuerza. Su mayor valor.
UN EJEMPLO
El domingo anterior, el Zócalo de la Ciudad de México se vio abarrotado por una multitud calculada en 170 mil personas. El motivo fue un concierto en el que participaron decenas de cantantes y músicos. Una muestra de cómo cada uno de nosotros, de acuerdo a nuestras habilidades y posibilidades podemos hacer algo por quienes todos lo perdieron. Todos podemos y debemos hacer algo.