Estrategia Atlacomulco
Para la elección presidencial de 2018 existe un finalista indiscutible: Andrés Manuel López Obrador. ¿Quién será su contendiente retador, el otro finalista? Sus muchos errores, desatinos y desmedida corrupción, nos hizo creer que el PRI quedaría fuera de la jugada, que el PAN regresaría, y que el llamado Frente ciudadano sería una alternativa democrática frente al populismo. Pero en política nada está escrito, mucho menos para el Grupo Atlacomulco.
Concibió una estrategia exitosa en el Estado de México, todo un laboratorio previo a la elección presidencial. Para desinflar al PAN, le bastó lanzar a un candidato bien articulado por el PRD, evitando, a toda costa cualquier tipo de alianza PAN-PRD. La elección sería a tercios, dividiría al electorado anti PRI y antimorena. Un pequeño grupo apostaría al voto útil y en ese escenario ganaría el PRI. Así fue. Sabe ganar o arrebatar, no hace ascos a ninguna treta, nada le da pena, de nada sirve flagelarnos.
Para colarse a la final en el 2018, el PRI necesita: 1. Fortalecer sus bases leales, compradas y mantenidas y 2. Recurrir a la más vieja estrategia en los juegos de poder: divide y vencerás. Pulverizar el voto opuesto al PRI y a Morena, para acaparar en el último sprint, al voto útil anti AMLO.
“En este escenario de profunda ilegitimidad y obsesión por mantenerse en el poder, observo una estrategia para fragmentar y dividir el voto, como hicieron en el Estado de México. La promoción de candidaturas como las de Armando Ríos Piter, Jaime Rodríguez y Margarita Zavala, por mencionar algunas, ha sido orquestada desde Los Pinos en busca de beneficiar al PRI. Estas candidaturas son pieza clave, consciente o inconscientemente, del “Modelo Atlacomulco” —rompe o corrompe— Como lógica de acción política para favorecer a Peña Nieto, su partido y sus aliados”. Con estas palabras, Emilio Álvarez Icaza puso en claro las cosas el pasado domingo, al anunciar que no buscará la candidatura independiente a la Presidencia de la República, para no hacerle el juego al PRI.
Está por verse cómo reaccionará el electorado a corto y mediano plazo, frente a la decisión de Margarita Zavala de dejar el PAN y contender como independiente. Bien que mal, Zavala es la única que compite con López Obrador. ¿Cómo le impactará el cambio de marca?
La división en el PAN propinó un duro golpe al frente ciudadano y el gran perdedor es Ricardo Anaya. Con ínfulas de “Putin Región Cuatro”, reventó la liga, quiso llegar demasiado lejos y cavó así su propia tumba, en lo que se refiere a sus aspiraciones presidenciales. Todo se valía, menos el quebranto, ese era el límite y el afectado es el.
De un plumazo, la crisis interna del PAN desactivó las dos más fuertes precandidaturas del frente ciudadano contra López Obrador. Si Margarita Zavala consigue conservar cuando menos 15 de los 25 o 30% que tenía como panista; si Ríos Piter, Ferriz de Con y “El Bronco” consiguen, digamos, un 3% cada uno, resultará inviable cualquier candidatura del frente anti PRI y/o antimorena; frente que pertenece y armaron las cúpulas partidarias y nada tiene de ciudadano.
Para nuestro mal, la estrategia Atlacomulco está en marcha. Es el sistema, que “rompe o corrompe” como dice Álvarez Icaza, y sabe hacerlo muy bien. En 2018 las opciones serán autoritarismo o populismo, malo conocido y —ojalá así fuera— bueno con muchas dudas, por conocer.
PAN y PRD tuvieron su oportunidad en 1988, 1997 y 2000. Ganó siempre la ambición. Ahora las ambiciones y la corrupción están dentro de sus organizaciones. En el PRD no dan la cara sus fundadores; en el PAN sus dos Presidentes de la República se han alejado de sus filas.