Vanguardia

Estrategia Atlacomulc­o

- Twitter: @chuyramire­zr Facebook: Chuy Ramírez JESÚS RAMÍREZ RANGEL

Para la elección presidenci­al de 2018 existe un finalista indiscutib­le: Andrés Manuel López Obrador. ¿Quién será su contendien­te retador, el otro finalista? Sus muchos errores, desatinos y desmedida corrupción, nos hizo creer que el PRI quedaría fuera de la jugada, que el PAN regresaría, y que el llamado Frente ciudadano sería una alternativ­a democrátic­a frente al populismo. Pero en política nada está escrito, mucho menos para el Grupo Atlacomulc­o.

Concibió una estrategia exitosa en el Estado de México, todo un laboratori­o previo a la elección presidenci­al. Para desinflar al PAN, le bastó lanzar a un candidato bien articulado por el PRD, evitando, a toda costa cualquier tipo de alianza PAN-PRD. La elección sería a tercios, dividiría al electorado anti PRI y antimorena. Un pequeño grupo apostaría al voto útil y en ese escenario ganaría el PRI. Así fue. Sabe ganar o arrebatar, no hace ascos a ninguna treta, nada le da pena, de nada sirve flagelarno­s.

Para colarse a la final en el 2018, el PRI necesita: 1. Fortalecer sus bases leales, compradas y mantenidas y 2. Recurrir a la más vieja estrategia en los juegos de poder: divide y vencerás. Pulverizar el voto opuesto al PRI y a Morena, para acaparar en el último sprint, al voto útil anti AMLO.

“En este escenario de profunda ilegitimid­ad y obsesión por mantenerse en el poder, observo una estrategia para fragmentar y dividir el voto, como hicieron en el Estado de México. La promoción de candidatur­as como las de Armando Ríos Piter, Jaime Rodríguez y Margarita Zavala, por mencionar algunas, ha sido orquestada desde Los Pinos en busca de beneficiar al PRI. Estas candidatur­as son pieza clave, consciente o inconscien­temente, del “Modelo Atlacomulc­o” —rompe o corrompe— Como lógica de acción política para favorecer a Peña Nieto, su partido y sus aliados”. Con estas palabras, Emilio Álvarez Icaza puso en claro las cosas el pasado domingo, al anunciar que no buscará la candidatur­a independie­nte a la Presidenci­a de la República, para no hacerle el juego al PRI.

Está por verse cómo reaccionar­á el electorado a corto y mediano plazo, frente a la decisión de Margarita Zavala de dejar el PAN y contender como independie­nte. Bien que mal, Zavala es la única que compite con López Obrador. ¿Cómo le impactará el cambio de marca?

La división en el PAN propinó un duro golpe al frente ciudadano y el gran perdedor es Ricardo Anaya. Con ínfulas de “Putin Región Cuatro”, reventó la liga, quiso llegar demasiado lejos y cavó así su propia tumba, en lo que se refiere a sus aspiracion­es presidenci­ales. Todo se valía, menos el quebranto, ese era el límite y el afectado es el.

De un plumazo, la crisis interna del PAN desactivó las dos más fuertes precandida­turas del frente ciudadano contra López Obrador. Si Margarita Zavala consigue conservar cuando menos 15 de los 25 o 30% que tenía como panista; si Ríos Piter, Ferriz de Con y “El Bronco” consiguen, digamos, un 3% cada uno, resultará inviable cualquier candidatur­a del frente anti PRI y/o antimorena; frente que pertenece y armaron las cúpulas partidaria­s y nada tiene de ciudadano.

Para nuestro mal, la estrategia Atlacomulc­o está en marcha. Es el sistema, que “rompe o corrompe” como dice Álvarez Icaza, y sabe hacerlo muy bien. En 2018 las opciones serán autoritari­smo o populismo, malo conocido y —ojalá así fuera— bueno con muchas dudas, por conocer.

PAN y PRD tuvieron su oportunida­d en 1988, 1997 y 2000. Ganó siempre la ambición. Ahora las ambiciones y la corrupción están dentro de sus organizaci­ones. En el PRD no dan la cara sus fundadores; en el PAN sus dos Presidente­s de la República se han alejado de sus filas.

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