Elección de Coahuila, una gran obsesión
Parece una obsesión. El Instituto Nacional Electoral tiene un profundo temor en la percepción de credibilidad que pueda tener la opinión pública nacional sobre sus actuaciones. De otra manera es inexplicable que siga artificiosamente prolongando sus resolutivos para permitir que la elección a gobernador de Coahuila pueda ser finalmente calificada por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).
Todo se convierte en espacio propicio para el intento de politización del caso que hacen quienes resultaron perdedores en la contienda, y que aprovechan la oportunidad para promocionarse en búsqueda de candidaturas hacia alguna de las cámaras, según el caso, en el Congreso de la Unión.
La marcada tendencia partidista de algunos integrantes del Consejo General del INE, aunque aparezcan como consejeros ciudadanos, lleva a prolongar aún más la decisión final e inapelable del TEPJF, que visto lo visto, ya nadie en su sano juicio podría dudar, terminará ratificando el triunfo en las urnas de Miguel Riquelme.
Pero el INE sigue haciendo sus cuentas tramposas de los gastos de campaña. No se detiene ante nada. No se dan cuenta que ahora lo más importante es despejar el panorama, dado que el proceso presidencial del 2018, que en sentido estrictamente legal ya inició, y que en unas semanas más acelerará, al empezarse a definirse los candidatos que participarán por la primera magistratura del país. Salvo el caso de Morena donde su abanderado tiene muchos años en campaña.
Se le hace daño a Coahuila con esta conducta del INE. Se crean a través de columnistas de la Ciudad de México, y de nuestra entidad, escenarios irreales, que jamás podrían suceder, para alimentar un morbo ciudadano, con desinformación e interpretaciones orientadas a intereses mezquinos.
Nada cambiará el rumbo de la elección en Coahuila, pero sin duda, que para algunos el triunfo consiste en prolongar la sentencia final de su derrota.
El INE puede tratar de llevar las cosas hasta donde su inseguridad o fragilidad le convenga. Pero debieran anteponer el ejercicio estricto de la ley…de su responsabilidad como árbitro electoral, por encima de su preocupación de ser tomados por el público y la clase política nacional, como un organismo que puede hacer alarde de su autonomía, cuando se trata de un asunto más que definido en las urnas.
Es muy entendible que los candidatos del PAN y de Morena se mantengan en su postura de hacer hasta lo imposible por desconocer los resultados de la elección. Sin embargo, llama la atención que el Independiente se sume a sus intereses, y parezca uno más de los blanquiazules o lopezobradoristas.
Se pierde con ello toda la seriedad a la que se dice responder.
Lo de los panistas es parte de su genética política: nunca aceptar sus derrotas.
Seguir diseñando el proyecto de gobierno que prepara Riquelme para los coahuilenses no se detiene por las tretas dilatorias del INE, el trabajo sigue su marcha.
La propuesta de reconciliación avanza con la respuesta positiva de muchos cuadros que, habiendo participado en opciones distintas, hoy han decidido atender el llamado a la unidad por el bien de Coahuila.
Sin embargo, los ciudadanos que ejercimos nuestro derecho al voto, tenemos también el derecho de recibir como sociedad toda la certeza y reconocimiento legal, a lo expresado de manera mayoritaria por la voluntad ciudadana.
Cada semana que se prolongue la definición es un mensaje de alejamiento del Instituto Nacional Electoral con quienes son en sentido estricto los destinatarios de sus conclusiones.
Si en realidad lo que los preocupa es su credibilidad, que mala señal nos mandan con respecto al 2018, porque entonces seguramente llegaran a emproblemar más su definición.
Lo que los coahuilenses queremos es ponernos todos a trabajar. Ver cómo le vamos a hacer sociedad y gobierno, gobierno y sociedad, para impulsar a nuestra entidad a dar mejores oportunidades de educación de seguridad y empleo a nuestros hijos. Eso es lo que realmente queremos. Ese es el gran objetivo de Riquelme para los próximos seis años. Mientras tanto el INE sigue burocratizando el resultado de nuestra decisión soberana. Qué mal.