Vanguardia

‘A mí no me importaba si tenía senos, yo quería vivir’

- El Universal

CDMX.- Gabriela Tlalpa Jiménez luce un vestido gris, calza tenis para sentirse cómoda y ya no le avergüenza que su cabello no rebase el mentón. Hace tres años le detectaron cáncer de mama gracias a un diagnóstic­o temprano. Después de que le extirparon el seno derecho y 13 ganglios de la axila, fue candidata para la reconstruc­ción. Ahora califica a su enfermedad como “una bendición disfrazada de algo muy duro”, que le sirvió para empoderars­e y siempre poner atención en su salud.

Para esta mujer de 43 años la detección del cáncer fue similar a la de 80 por ciento de mujeres mexicanas: mientras se untaba crema sintió en uno de sus senos una bola del tamaño de una canica. Por miedo, no dejó pasar tiempo y ese mismo día visitó a su ginecólogo.

Días después se enteró de que el tumor era maligno, y aunque estaba encapsulad­o le tenían que retirar la mama. “Cuando te dicen que tienes cáncer lo asocias con la muerte”.

En el Instituto Nacional de Cancerolog­ía (Incan). La atención fue inmediata, porque el cáncer que tenía era invasivo y agresivo.

CIRUGÍA

La idea de perder los senos fue el primer impacto para Gabriela. Le explicaron cuando los cirujanos abren la mama se pueden encontrar con nódulos infectados o metástasis, por lo que es necesario que alguien cercano al paciente autorice realizarle más cirugías.

“Le pedí a mi hermana que autorizara cualquier cosa, que me quitaran lo que fuera necesario, no importaba si tenía senos o no, yo quería vivir”.

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