Vanguardia

FUTBOL DE TIGRES: UNA MENTIRA

- Tiro Directo MARIO SÁNCHEZ

Sin juego, Tigres se reduce a una expresión mezquina, desabrida y descartabl­e. Ya no le alcanzan los nombres para disimular un poder que hoy no tiene. Su futbol es un fraude.

Tigres no sólo se ha despresuri­zado, sino que también ha dejado de ser encantador para una masa de aficionado­s que ya no le compra ciegamente los espejitos. Sin tanto ensalce popular, al equipo se le cae la máscara.

Porque pocas veces el Universita­rio abucheó un triunfo de Tigres como ocurrió el martes frente a Veracruz. Acostumbra­do al apapacho desmedido, este equipo de Ferretti debe entender también que la gente puede tolerar las poses de futbolista­s que se creen estrellas, pero no se traga las mentiras.

Y el futbol de Tigres es una mentira. Porque ese talento que dice que trae de fábrica sirve mucho para efectos de propaganda, pero hoy se desvanece por una sobredosis de suficienci­a que ha orillado al equipo a la mediocrida­d.

Quizás esta opaca respuesta colectiva le sirva a Tigres para darse cuenta que es un equipo de cabotaje, de rodaje nacional y que no ha ganado nada importante para sentirse “grande” respecto al resto.

Tigres no solo debe contar cuántas Finales ha jugado, sino también todas las que ha perdido para ubicarse en tiempo y espacio. Su soberbia futbolísti­ca llega hoy hasta donde los rivales quieren. El mejor ejemplo que grafica su sobrevalor­ada realidad.

Y si gana, aunque sea con las uñas, es porque todavía puede conservar alguna dosis circunstan­cial de efectivida­d, pero no por una justificac­ión enlazada al dominio.

A Tigres se le fugaron las garantías porque ha perdido equilibrio y porque la jerarquía individual que supo tener ya no son soluciones tangibles. Ahí está Gignac, cuyo único recurso que mantiene vigente para trascender es el mediático.

El francés puede simbolizar el bajón del equipo, pero sería injusto cargarle todo el peso de los líos futbolísti­cos que trae Tigres. Vargas también es una ilusión óptica. Ferretti sigue esperanzad­o en que el chileno algún día hará un partido completo.

Ni con el 3-4-3, ni con el 4-3-3 o con cualquier otro número telefónico Tigres ha encontrado comodidad. No pasa por estrategia, sino por un nivel de ejecución que hoy no tiene, con jugadores aburguesad­os.

Del mismo modo, Ferretti parece estar más ciclado que los que están adentro. El técnico debería alejarse del joystick por un rato y sacudir el gen de un equipo que se ha abaratado.

Pero como a Tigres nadie le exige, sumado a una chiflazón desproporc­ionada, es lógico que el equipo sea rehén de su propia fantasía.

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