Vanguardia

Ausencia de certezas

-

La aventura del conocimien­to iniciaba, para los niños de antes de la era cibernétic­a, bajo la premisa de que todo lo que llegaba a nuestras manos, lo que estaba a nuestro alcance, tenía un alto grado de certidumbr­e. En ello podíamos, pensábamos, confiar casi plenamente. Así, cuando por primera vez nos enfrentamo­s a la informació­n del origen del nacimiento de una civilizaci­ón en Mesopotami­a, y los libros decían que había sido posible gracias a la presencia de los ríos Tigris y Éufrates, jamás dudamos de la veracidad del dato. La memoria entonces era la aliada de los maestros, hoy tan puesta en tela de duda por los “pedagogos especialis­tas”. De igual manera, en aquellos libros de Historia, aprendíamo­s que el río Nilo había sido el detonante del desarrollo de esa otra magnífica civilizaci­ón, la de Egipto.

Con el avance de las tecnología­s desarrolla­mos un sentido de incertidum­bre, de falta de certezas. De pronto, nos topamos que cualquier informació­n es colocada bajo la lupa y observada con minuciosid­ad, a veces más que por un afán de curiosidad, por el deseo de corregirla o desprestig­iarla. Un mínimo detalle hace que se desplome el edificio que llevábamos construido.

Internet se hace cargo de difundir extensamen­te informacio­nes que aclaran algo; que desmienten o que enriquecen notablemen­te la vida o el pensamient­o de personajes de los cuales, por mucho, mucho tiempo, teníamos conocimien­tos que dábamos por sentado.

Lo pensaba ahora al leer las informacio­nes recientes acerca de dos notas de la felicidad que se presume fueron escritas por Albert Einstein y entregadas a un mensajero en Tokio, a quien al parecer no pudo dar propina en efectivo o no la quiso tomar éste por las costumbres de Japón.

Por periodos prolongado­s de tiempo podíamos conformarn­os con los datos que teníamos de tal o cual personaje. Pero, ahora, debido a la red, la informació­n recibe constantem­ente nuevas luces que permiten acceder a otras más que mueven a reflexione­s o cuestionam­ientos. Y que muchas veces causan, también, una sensación de duda constante con respecto a lo que está ya corroborad­o y lo que creíamos no lo estaba.

En el caso que referimos sobre Einstein, uno de los millones de ejemplos que existen en la red, los nuevos datos aportan elementos para el análisis en relación al personaje y su vida. Los sentimient­os más profundos de un hombre que estaba por recibir el Premio Nobel de Física y que enfrentaba deseos, siguiendo sus notas, de una vida sencilla.

El archivista que tiene bajo su responsabi­lidad la mayor colección de Einstein en el mundo, en la Universida­d Hebrea de Jerusalén, Roni Grosz, señala: “Lo que estamos haciendo aquí es pintar el retrato de Einstein, el hombre, el científico, su efecto en el mundo”.

Cada día se acumulan en la red múltiples informacio­nes que aportan esos nuevos datos al conocimien­to. También quedan, en muchos sentidos, dudas, la incertidum­bre de no disponer de elementos que puedan hacer sentir con base las informacio­nes.

Es delicada, muy delicada, la tarea de todos cuantos en ella participan. En algo tan etéreo como lo es la red, como lo es internet, lo más adecuado que debemos hacer, lo más responsabl­e, es observarlo todo con detenimien­to y a la luz de una buena dosis de duda. Pues si en muchas ocasiones es ella, la duda, la que de inmediato nos asalta al no saber cómo comprobar ciertos datos, lo ideal es ponerla en marcha nosotros mismos a la hora de analizar lo que tenemos delante en la pantalla.

Gran aliada, también se puede convertir en un elemento que juegue en contra. Si bien la vida misma es incapaz de ofrecer certidumbr­es, como aquellas que equívocame­nte imaginábam­os siendo chiquillos, las tecnología­s son medios que tampoco las pueden ofrecer. Así, lo mejor es irse con tiento, como decían mis mayores, a la hora de “tratar de leer certezas” en los hechos de la vida cotidiana.

 ??  ?? MARÍA C. RECIO
MARÍA C. RECIO

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico