…Y el puerco lo sabe
“Cuando más inculta una persona, más dinero necesita para pasar los fines de semana…”, expresó el filósofo y novelista Fernando Savater, si no me equivoco, en una conferencia en nuestro País apenas el año pasado. ¿A qué se refería con esto? No tiene mayor ciencia, creo yo:
El hecho es que, en efecto, una persona cultivada en artes, política, espiritualidad, filosofía… puede acceder en su tiempo libre a experiencias altamente gratificantes, mismas que resultan muy económicas, mientras que otras formas de disipación más pedestres exigen un mayor desembolso porque se compran ya hechas, diseñadas de fábrica por el consumismo.
Con este razonamiento (inobjetable) –y no sin una buena dosis de optimismo–, el autor español urge a que nos eduquemos porque esto nos capacita a todos los seres humanos para intervenir en la vida política de un país: “La democracia convierte en políticos a todos los ciudadanos y por eso es importante educarlos… La democracia obliga a educar como si cada individuo fuera a ser gobernante”.
En cambio, quienes podríamos presumir en México de estar medianamente educados generamos tanta ansiedad por el arribo del siguiente viernes, que desde el jueves estamos babeando como perro pavloviano.
La ilusión de que por un par de días hemos sido eximidos de nuestras responsabilidades, de nuestro patrón y de la infernal maquinaria godín-proletaria, de la que no somos ni siquiera un engrane –apenas un diente del engrane, cuyos sueños y aspiraciones se desgastan irreversiblemente en cada vuelta–, nos hace salir corriendo del turno del viernes a abarrotar el Oxxo más cercano a buscar las mejores ofertas etílicas de la semana.
Y así, navegando en buches de cerveza light y barata, nos evadimos hacia otra realidad, una en la cual no cedimos –ni vendimos– nuestras ambiciones al implacable sistema.
Es viernes y el cuerpo lo sabe… ¿o deberíamos decir: “y lo sabe el puerco”?
A mí no me parece de ninguna manera casual que, precisamente en viernes, hayan soltado la noticia bomba respecto a que el INE acató la resolución del TEPJF, en el sentido de que don Miguel Riquelme siempre no rebasó los topes de gastos de campaña durante el pasado proceso electoral coahuilense… o bueno, nomás tantito.
Básicamente, la Sala Superior del Tribunal determinó que el candidato priista, Miguel Ángel Riquelme, tenía un tope de gastos de 19 millones de pesos, pero que al final gastó algo así como 19 millones con 12 pesos porque le pichó un refresco a uno de sus niños brigadistas que ya se andaba deshidratando y además redondeó el total en caja para ayudar a combatir la alopecia androgenética (¡chanfle!).
Lo que en suma quiere decir: “¡Perdónenos muchote, señor don Riquelme! Nunca pusimos en duda su honestidad. Usté’ y nadie más es el nuevo amo del pantano… es decir, el nuevo Gobernador de Coahuila”.
¡Con qué desgraciado tino supieron asestarnos el golpe! No sólo hablo por los meses que dilataron estos dictámenes, sino por el acierto de notificarnos cuando estamos decidiendo si toca motel con la secretaria, discada con los cuates o cualquier actividad estúpida con las bendiciones. ¡Justo en el momento en que nos estamos dando desesperadamente a la fuga lejos de nuestras miserables rutinas! ¡El sagrado viernes!
Ello podría explicar por qué la misma sociedad que apenas hace unas semanas se organizó, tras conocer un resultado preliminar, en el desplazamiento humano más nutrido que hayan visto estas tierras (la mega marcha por la defensa del voto), hoy apenas la hayamos visto congregarse en el expendio para surtirse de sus insumos de evasión, ignorando por completo el dictamen que se acató y que tiene al tercero de la dinastía de los Moreira a unos pasos de su coronación.
Siendo el descanso sabático el único remanso de nuestras desabridas rutinas, es natural que cualquier carga, responsabilidad, deber, o encarguito que nos quieran endilgar el viernes ya después de la hora del almuerzo se va a ir directamente a la bandeja de pendientes y “¡hasta no verte, Jesús mío!”.
Quizás el martes, a la hora en que esté usted leyendo esto, nos caiga apenas el veinte y digamos: “¡Ah! ¡Mira nomás, qué abusadillos!”.
Cuando lo que se necesitaba de nosotros era una respuesta inmediata, un despliegue de fuerza y descontento popular, una demostración de repudio masivo. Pero en vez de ello, sumidos aún en la modorra sabática, hoy simplemente diremos: “¡Meh! ¡Ya qué!”.
Ni siquiera los líderes de la oposición tuvieron los arrestos, la inteligencia o la voluntad de convocar a una marcha como la posterior a los comicios, sino que citaron a la gente en un recinto sin el mayor simbolismo ni significado (el Tribunal Electoral), ubicado en un sector intransitable, totalmente inaccesible para el peatón.
Lo que se imponía era otra manifestación hacia la sede del Poder, al corazón de la capital, del estado mismo. ¡Líderes tan pendejos estos de la oposición! ¿O ya es la pura pantomima?
¿Será coincidencia que los tiranos nos la suelten precisamente cuando nos entra la sed peligrosota; justo cuando lo que más queremos es correr a refugiar la mente lejos de su desastre y de su recuerdo?
¡Claro que no! Es viernes y los muy puercos lo saben.
No me parece casual que, precisamente en viernes, hayan soltado la noticia bomba de que el INE acató la resolución del TEPJF