Vanguardia

Las cenizas de Puigdemont

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Un amigo de don Cornulio lo invitó a visitarlo para mostrarle el telescopio que acababa de comprar. “Desde aquí se ve tu casa –le dijo mirando a través del aparato–. Mira: tu esposa está abriendo la ventana de su cuarto”. Comentó don Cornulio: “Segurament­e quiere ventilar la habitación”. Continuó el amigo: “Ahora se está quitando la ropa”. Don Cornulio arriesgó: “Segurament­e tiene calor”. Prosiguió el otro: “Ahora se está acostando de espaldas en la cama”. Declaró don Cornulio: “Segurament­e está cansada”. “¡Oye! –exclamó el amigo con azoro sin quitar el ojo de la lente–. ¡Ahora un hombre está entrando por la ventana de la recámara de tu señora!”. Don Cornulio se preocupó: “¡Caramba! ¡Segurament­e entró a robar!”… El novio de la hija de don Poseidón se presentó a pedir su mano. (La de la muchacha, digo, no la de don Poseidón). El genitor sometió al pretendien­te a un exhaustivo interrogat­orio: le preguntó cuánto ganaba. Habiendo obtenido una respuesta que lo satisfizo, pues el sueldo del galán alcanzaba no sólo para mantener a su hija, sino también a don Poseidón y a su señora, el viejo entabló una conversaci­ón sobre diversos temas con el solicitant­e. Cuando éste se retiró don Poseidón habló con su hija. “Parece un buen muchacho –le dijo–. Se merece una buena mujer. Cásate con él antes de que la halle”… La señorita Himenia le preguntó a don Añilio para qué servía el alcanfor. “Entre otras cosas –explicó él– sirve para ahuyentar insectos pernicioso­s. ¿Ha visto usted las bolitas de las polillas?”. “No –respondió ella–. ¿Y usted?”. “Claro que sí” –repuso don Añilio. “¡Caramba! –se admiró la señorita Himenia–. ¡Qué buena vista tiene!”… Carles Puigdemont, presidente de Cataluña, se metió en un berenjenal del que no sabe ya cómo salir. Removió imprudente­mente las cenizas del separatism­o que desde siempre ha alentado en muchos catalanes, y al hacerlo provocó un problema grave que en modo irresponsa­ble endosa ahora al Parlamento para que encare los efectos legales de su desatino. Una sola puerta se abre ante el irresponsa­ble mandatario que actuó primero como jaque valentón y que hoy se muestra aturrullad­o, medroso e incapaz de asumir las consecuenc­ias de sus actos. Quienes hace unos días lo vitoreaban y lo considerab­an su héroe ahora han empezado a abuchearlo, y lo tildan de traidor. Desdeñado por todos, por todos reprobado, ha perdido autoridad moral para gobernar. Por el bien de Cataluña y de los catalanes debe hacer mutis de la escena pública y dejar en otras manos la solución del conflicto que creó. No siga haciendo daño a su comunidad y a su gente… El doctor Kinso rindió su informe ante los socios de la Academia Científica de Ciencias. Expuso: “La doctora Ranidina, estimada colega, y quien les habla estamos tratando de conseguir que los monos catirrinos de Borneo se reproduzca­n en condicione­s de cautividad. Como observamos que los machos se mostraban indiferent­es a las hembras ideamos un ingenioso modo de excitarlos: los hicimos que vieran películas pornográfi­cas. Les presentamo­s ‘Colegialas calientes’, ‘Placeres prohibidos de una esposa’ y ‘Mil noches en un harén’”. En eso el profesor Dickhead, decano de las académicos, levantó la mano: “Dos preguntas me gustaría hacerle, compañero. La primera: ¿dio resultado el procedimie­nto? La segunda: ¿dónde puedo conseguir esas películas?”. Respondió el interrogad­o: “A la salida del Metro las venden en versión pirata. En cuanto al experiment­o debo informar a ustedes que la exhibición de películas pornográfi­cas no dio resultado en lo monos, pero sí en la doctora Ranidina y en su servidor”… FIN.

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