Vanguardia

Las cinco muertes de Neruda

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Una y otra vez lo he reiterado en este espacio: la política de vecindario y de compadres que se practica en Coahuila y en México, le gana desgraciad­amente al análisis serio y dilatado, en este caso, a la buena literatura. A la alta literatura. En este caso, a la literatura emanada de la pluma de un Nobel al cual todo mundo ama y amamos, el gran Pablo Neruda. La pluma (las ideas), se sabe desde tiempos antiguos, es más mortífera y letal que un rifle de repetición. Los gobiernos despóticos, los tiranos, los caciques le tienen más miedo y pavor a la pluma de un escritor y periodista, que a las balas del crimen organizado. Un hombre gallardo, de temple y de ideas como Neruda, si viviese, puede levantar en armas a todo un pueblo en contra del mal gobierno. De hecho, sólo días antes de volar a México desde su natal Chile, el poeta Pablo Neruda quien venía a nuestro país a organizar la resistenci­a en contra de Augusto Pinochet, murió.

Neruda murió en septiembre de 1973 y el dictamen forense de ese entonces fue el siguiente: como tenía cáncer de próstata y se le estaba tratando, por eso murió. Mentira podrida. Hoy, 44 años después de su ¿asesinato?, un equipo internacio­nal de peritos, reunidos en Santiago de Chile han hecho público un primer informe donde han dicho “rotundamen­te no”, el poeta no murió de cáncer (21 de octubre). Y quien esto escribe se lo había anunciado en este mismo y generoso espacio allá por el mes de julio y agosto en un par de columnas, en especial la titulada, “100 años de Gonzalo Rojas”. Aquí se lo había dicho con tiempo: ante la denuncia de su entonces chofer del poeta, Manuel Araya (2011), a Neruda se le habría envenenado en la Clínica Santa María, so pretexto de medicarlo por su emperrado cáncer.

¿Quién lo dijo, Jesucristo, Sócrates, Pablo el de Tarso, Michel de Montaigne? Somos lo que leemos y no sólo de pan y vino vive el hombre. ¿Qué sería de nosotros, patéticos humanos bípedos sin plumas, sin el mejor placer que da la inteligenc­ia, que es la lectura? Pues sí, seríamos mandriles, changos, primates, primitivos. ¿Quién lo dijo? El libro es el único instrument­o que es realmente la extensión de la inteligenc­ia. Y usted lo sabe, inteligent­es solo somos los humanos (no todos, vaya). Instinto es lo que tienen los animales, punto. Si tuviesen inteligenc­ia, ya hubieran escrito un libro y sembrado un árbol. Por esto, la lectura es el placer que nunca, jamás aburre y si nos posibilita vivir varias vidas a la vez. Es el caso de Pablo Neruda que ha encontrado en el erudito abogado Gerardo Blanco Aguirre a uno de sus más fieles y devotos lectores. Blanco lo sabe todo de Neruda, atesora cuando material sale nuevo sobre él o de él y, generoso, me comparte sus hallazgos.

ESQUINA BAJAN

Pablo Neruda (Neftalí Reyes), murió el 23 de septiembre de 1973, 10 días después del golpe militar en contra de Salvador Allende, es decir, a días de venirse a México. Lo habíamos dicho antes: es día que no descansa en la tierra. Lleva cuatro funerales. Los restos ya están en el balneario de Isla Negra, donde tenía su famosa casa frente al mar. Ha ido a sus cuatro funerales, bueno, lo que queda de él. Lo vamos a decir en orden para que no se olvide tanta sevicia: el 23 de septiembre de 1973, cuando realmente murió. Fue enterrado en el Cementerio General. Luego, los dueños de la tumba le pidieron a su viuda, Matilde Urrutia, que sacara lo restos del poeta y los trasladara a otro lugar. Eso fue el 7 de mayo de 1974.

El cuerpo de Neruda fue cambiado a una tumba más sencilla dentro del mismo cementerio. En 1992, con pompa y te deum, en los albores de la democracia chilena, se le rindieron honores de Estado y sus restos fueron trasladado­s a Isla Negra. Donde en 2016 fueron de nuevo enterrados tras practicarl­e múltiples análisis a su cuerpo (huesos) con el fin de llegar a una conclusión: fue envenenado en la clínica Santa María, donde se atendía el cáncer. En uno de sus versos, otro chileno venoso, Gonzalo Rojas, escribe: “No tengo otro negocio que estar aquí diciendo la verdad/ en mitad de la calle y hacia todos los vientos…” Y por decir la verdad, en el caso de Pablo Neruda, ya sabemos, lleva cuatro funerales y hoy la veracidad aflora: el Informe de peritos en Chile adelante que es “altamente probable” que fue asesinado.

“Sustancias no determinad­as” le habrían producido la muerte, han adelantado los científico­s y esperan más pruebas de laboratori­o para dejarlo por escrito y para la eternidad. No poca cosa. Cada vez que compartimo­s taza de café, merienda, postres o licores, en las tardes donde el horizonte se hace uno con la oscuridad que se apodera de todo, el abogado Gerardo Blanco y su servidor nos ponemos a disertar sobre la vida de este poeta con el cual todos hemos vibrado alguna vez al leer sus celebrados “Veinte poemas de amor y una canción desesperad­a”, en esa aparente sencillez, rayana en lo ridículo de las pasiones juveniles que todos hemos padecido (¿qué es el amor, sino lo anterior?). Luego, vendrían sus mejores textos de “Residencia en la tierra.”

LETRAS MINÚSCULAS

¿Cuál es la metáfora o enseñanza de esto con respecto a Coahuila? algo sencillo lector, estar de pie, hasta la muerte.

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JESÚS R. CEDILLO

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