Caminata hacia el Adviento
Un poco repetitiva.
Es música de Mendelssohn. Un andante con moto Op. 19 Núm. 1. “Canciones sin palabras”. Son canciones que no se cantan, sino se teclean, como lo hace este pianista poco conocido de apellido francés. Notas en vez de palabras. Melodía instrumental sin voz humana. Es el instrumento el que parece cantar pulsado por los dedos obedientes y precisos.
La música de los acontecimientos tiene tonalidades trágicas. Uno quisiera que sólo se escuchara la melodía dolorosa, sin voces humanas. La vida humana es frágil aventura existencial cada día más vulnerable. Se interrumpe ahora con violencia en momentos de convivencia o de plegaria y alabanza. En el avance indefenso, inocente y esperanzador hacia el alumbramiento o en las decrepitudes tan necesitadas de cuidados.
Tienen ahora que multiplicarse en varios países las medidas extraordinarias de previsión y protección para que no haya repentinas agresiones humanas de asalto contra multitudes inermes. La cinematografía pone habitualmente este ingrediente de reacción violenta en sus ensaladas de filmación sobreactuada. Se presenta esa dimensión enfermiza de la persona humana que grita, se enfurece, golpea o acribilla a quien ve como adversario. Es recurso frecuente en los capítulos de novelas televisadas. La pasiva recepción del televidente espectador aprende actitudes, reacciones y vocabulario cáustico de los iracundos personajes carentes de dominio y control.
La carrilla escolar, que se nombra ahora con gerundio inglés, es un síntoma claro de los ecos que en esas conductas tiene lo observado en el ámbito familiar y sus pantallas de todos tamaños. La desconfianza invade ya los ambientes familiares, los de amistad y compañerismo laboral en que se ha desterrado la cortesía y el buen trato.
En la comunicación cotidiana se cae fácilmente en actitudes dogmáticas (sin autoridad divina), o polémicas dilemáticas o apologéticas (en que todo es defensa aunque no haya ataque), sin asumir la actitud dialógica que sabe escuchar y aportar sin herir.
Se aproxima el Adviento. Empieza en los primeros días de diciembre. Es tiempo balsámico en que puede resurgir, como también pasó en tiempo de terremotos, lo mejor del ser humano, su más admirable versión. Se excluye la violencia y se cultiva la común alegría de la esperanza, se construyen encuentros amistosos y brotan las reconciliaciones. Todo esto prepara el corazón para gustar el sabor de la verdadera paz.
Si el impulso ciego toma el mando, el arma, la difusión o la enseñanza, se extiende la atmósfera contaminada en la que crece la corrupción impune y la falta de ética. Preocupa mucho la contaminación ambiental en las grandes ciudades como la CDMX. Igualmente riesgosa para la vida integral humana es la viciosa polución de inhumanidades que destruyen y matan.
La espiritualidad del Adviento puede hacer que haya muchas canciones sin palabras, porque lo que empieza a cantar es la vida, con una melodía salpicada de obras contrarias a la violencia...