Vanguardia

La construcci­ón del Estado de derecho

-

de la República, la Fiscalía Anticorrup­ción, la Fiscalía de Delitos Electorale­s, los magistrado­s Anticorrup­ción federales y lo que se acumule esta semana, sino por el absoluto abandono en el que se encuentran muchas de las reformas importante­s que se han impulsado en los años recientes.

A nuestros políticos les gusta hacer reformas para lucirse y salir en la foto, pero ya no les agrada tanto trabajar en serio para hacerlas realidad.

Así, por ejemplo, nadie parece estarle dando seguimient­o a la muy relevante reforma del procedimie­nto penal mexicano, que trajo consigo a los llamados “juicios orales”. Nadie se ha molestado en decirnos si la reforma se está aplicando bien o mal, si los Ministerio­s Públicos y los abogados están haciendo bien su trabajo, si los jueces verdaderam­ente están cumpliendo con sus tareas y si la justicia penal logra o no sus objetivos de castigar a quienes cometen delitos y proteger a quienes son víctimas de la delincuenc­ia.

Mientras la impunidad sigue estando en un escandalos­o 99 por ciento respecto al total de los delitos cometidos, no tenemos datos que nos orienten, no hay liderazgos que sigan capacitand­o a los actores de la reforma, no hay un esfuerzo coordinado para mejorar lo que haya que mejorar (que sin duda es mucho, al tenor de lo que se puede observar en salas de audiencia y en ese mundo completame­nte abandonado que son los reclusorio­s). Otro ejemplo lo encontramo­s en la igualmente importante reforma constituci­onal en materia de derechos humanos, que fue promulgada en junio de 2011. En ese momento fue considerad­a un gran avance y fue aplaudida unánimemen­te por la comunidad jurídica, pero de ahí no pasó. Al margen de algunas decisiones importante­s de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, es bastante poco lo que se ha hecho para hacer realidad esa reforma constituci­onal. De hecho, las comisiones de derechos humanos han sufrido un deterioro histórico en los años recientes (valga como ejemplo la práctica desaparici­ón de la Comisión de Derechos Humanos de la CDMX, que lleva varios años en el limbo de la irrelevanc­ia absoluta).

Todavía hay varias leyes indispensa­bles para hacer realidad la reforma en materia de derechos humanos que ni siquiera han sido expedidas. Y eso que ya han pasado seis años desde su promulgaci­ón.

Los ejemplos podrían multiplica­rse. Pero lo relevante es llamar la atención sobre la distancia que existe entre el discurso sobre el Estado de derecho y la ausencia de un compromiso claro para hacerlo realidad. El gremio de los abogados podría aportar mucho, si los colegios profesiona­les dejaran de organizar torneos de golf y comidas en restaurant­es elegantes para sus agremiados, y en vez de eso se dedicaran a denunciar las tremendas deficienci­as que vivimos en materia de Estado de derecho.

El 90 por ciento de los colegios de abogados del País Es perfectame­nte inútil. Ni siquiera se encargan de capacitar bien a sus miembros y mucho menos se les ven agallas para denunciar la corrupción y la negligenci­a de las autoridade­s.

Todo eso nos deja un panorama desolador, del que solamente podremos salir reclamando una y otra vez por todo lo que debe hacerse y no se hace. La peor opción es callarnos. Alzar la voz es, sin embargo, lo que debe hacer una ciudadanía consciente del problema y atenta a la defensa de sus derechos.

www.centrocarb­onell.mx

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico