Vanguardia

‘La verdadera patria común…’

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Cuando se aprende a aceptar la realidad, tal cual es, no como uno quisiera que fuera, o como se ha hecho en su cabeza que debiera ser, damos un salto cuántico hacia la madurez. De no llegar a esto se queda estancado en el imaginario hasta que este le explota porque simplement­e no da para más. El título del presente texto lo he tomado de uno de los párrafos del discurso pronunciad­o por Albert Camus en 1957 en Uppsala, poco después de recibir el Premio Nobel de Literatura. Palabras más, palabras menos, el destacado ensayista y periodista francés expresaba que todos tenemos derecho a tener sueños e ilusiones personales, pero que nuestra verdadera patria común es la realidad del tiempo en que vivimos, y que ésa bajo ninguna circunstan­cia debemos dejar de considerar­la. Ése precisamen­te es el problema de fondo que vivimos en Coahuila, generado, alimentado, impuesto por un estilo de hacer política que incuba precisamen­te en la negación de una realidad que nos fustiga todos los días. El actual ya no sirve, ya está obsoleto y el precio que estamos pagando es demasiado alto, en todo sentido, económico, social y político. En política, hay momentos en que la distancia entre mezquindad y grandeza es muy corta. Y al régimen actual y de siempre, porque en Coahuila nunca ha habido alternanci­a, sus miserias le están quedando a flor de piel, y ni así es capaz de tener un solo gesto de humildad ante un pueblo del que ha vivido desde hace más de 84 años, y del que se ha servido a discreción para mantenerse en la medra eterna. El PRI y sus Gobiernos han sido pertinaces a que la realidad permee, se limitan a negarla, a fingir que no pasa nada. Desconocer la verdad por decreto, como advierte Ortega y Gasset en las páginas de la “Rebelión de las Masas”, tiene consecuenc­ias porque “toda realidad desconocid­a prepara su venganza”.

¿Qué nos deja la administra­ción del Sr. Rubén Moreira a los coahuilens­es? Nada para celebrar. Nos deja su no emancipaci­ón de la administra­ción de su hermano, la ratificaci­ón de la impunidad para aquél y en alcance, la suya. La deuda heredada de su consanguín­eo la renegoció bajo sus términos y con la complicida­d de los legislador­es de su grupo parlamenta­rio. No se pagó un solo centavo de capital, nomás una millonada en intereses, y los bancos de plácemes y los coahuilens­es en el peor de los mundos. Se siguen debiendo 37 mil millones. Y las empresas fantasma, hediondas de corrupción e impunidad: 500 millones de pesos asignados a empresas de exfunciona­rios del sempiterno Gobierno tricolor. Todo en familia. ¿Castigo? No, silencio.

Su herencia se traduce en un sistema de salud absolutame­nte quebrado, en todo. Pregunte a sus destinatar­ios. Ni medicament­os, ni materiales, ni médicos suficiente­s. Esto es criminal, lo que se pone en jaque es la vida de las personas. Somos la entidad federativa en la que mueren más mujeres, de 25 años y más, de cáncer mamario y el que tiene el índice más alto en obesidad y diabetes infantiles. En materia de seguridad, ¿cuál? Tercer lugar en feminicidi­os, los desapareci­dos de Allende, las fosas de exterminio… ¿Y quién ha respondido? ¿A quiénes se está protegiend­o? “De la seguridad me encargo yo”… ¿Cómo? Los datos del Secretaria­do Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública dicen todo lo contrario. De enero a abril de este año aumentaron en Coahuila, en un 20 por ciento, robos y homicidios, en relación al año pasado. También hubo, en marzo de 2017, un incremento del 34.5 por ciento en las denuncias de delitos del fuero común en comparació­n del mismo lapso, considerán­dose un repunte de los ilícitos histórico en 20 años. La mitad de los coahuilens­es, según datos de la última Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana, se siente insegura. En materia de empleo, Coahuila es el Estado con mayor tasa de desocupaci­ón entre jóvenes de hasta 29 años, éstos tienen que irse a buscarlo fuera. La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo en junio ubicó a nuestro estado como el segundo del País con la tasa de desocupaci­ón más alta. Los inversioni­stas no nos tienen en su listado. A los municipios gobernados por la oposición, como aquí en Saltillo, los hizo sentir el rigor de la insolidari­dad. Con los programas sociales, al más puro estilo priista, sólo se benefició a los afines. Y su intromisió­n en el ámbito electoral, sin el menor prurito, agravó la desconfian­za y la incredulid­ad en las institucio­nes garantes de la legalidad de un régimen democrátic­o. ¿Y qué?

La política es útil cuando abona a que la gente viva lo mejor posible. La administra­ción priista que concluye el último día de noviembre hizo todo lo contrario. www. vanguardia. com.mx/ diario/opinion

MAURICIO MESCHOULAM

> Manhattan vs. Texas: ¿qué sí y qué no es un acto terrorista?

JORGE A. CHÁVEZ PRESA

> ¿Qué harán con nuestros impuestos en 2018?

MIGUEL RIVAS

> Soberbia de Pacchiano ante el Vaquita CPR Segurament­e han oído ustedes la expresión: “Hacerse de la vista gorda”. La usamos para significar que alguien finge no haber visto lo que ha visto.

Pues bien: por fuentes muy confiables me enteré de que la vista gorda se ha puesto a dieta.

Mis informante­s no supieron decirme cuál dieta es la que está siguiendo, pero según parece le ha dado buenos resultados, hasta el punto en que la vista gorda ha dejado de ser gorda.

Me alegro por ella. El hecho de bajar de peso la favorecerá tanto desde el punto de vista de su apariencia física como –sobre todo- de su salud.

Me preocupa, sin embargo, saber cómo haremos en adelante para expresar lo que antes decíamos con esa locución: “Hacerse de la vista gorda”. ¿Diremos: “Me hice de la vista ya no tan gorda”? ¿O, de plano: “Me hice de la vista flaca?”.

¡Qué complicaci­ón! Busquemos la manera de resolverla. Ante un problema así no podemos hacernos de la vista… de la vista… de la vista…

¡Hasta mañana!...

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ESTHER QUINTANA SALINAS
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