DAÑOS IRREVERSIBLES AUDÍFONOS HOY; SORDERA MAÑANA
Escuchar música a alto volumen incrementa los riegos de quedar sordos
Cada vez son más quienes encuentran agradable y útil usar audífonos.
Si se sale a la calle y se observa con atención, se podrán ver a mujeres y jóvenes, adultos y hasta niños realizando sus labores diarias al ritmo de la canción que escuchan con esos aparatos pegados a sus oídos.
¿Y es que a quién no le gusta escuchar música a todo volumen mientras corre, trapea, camina, barre o hace de comer?
El uso de auriculares se ha extendido a lo largo del día y en cualquier espacio, no importa si se está en el trabajo, la escuela o la casa.
A esta generación no le llena una tarea y prefiere hacer mucho al mismo tiempo.
Tienen la idea —en parte equivocada— de que se puede comer, leer, correr, caminar, manipular objetos, escribir, escarbar, pintar una pared, estudiar, operar o conducir un auto al mismo tiempo que se escucha música a alto volumen, y sin que los afecte. Y bueno, pues no. Está más que demostrado que el uso de audífonos afecta nuestra concentración, pero sobre todo, daña nuestros oídos y en ocasiones pone en riesgo la vida misma, por ejemplo, al ir por la calle caminando y escuchando música, ya que de alguna manera se pierde la conexión con la realidad.
EL MAL QUE OÍMOS
Utilizar audífonos durante más de 8 horas y a un volumen superior a los 60 decibeles, puede provocar de manera gradual daños irreversibles en el sistema auditivo, que se manifestarán en la etapa adulta de la persona.
Los jóvenes de entre 15 y 24 años son quienes más incurren al uso de los teléfonos y computadores portátiles, juegos de video y demás dispositivos. Estas afecciones también suelen ocurrir a quienes permanecen expuestos al ruido laboral crónico.
“No sólo es preocupante el tiempo que pasan los jóvenes con estos aparatos, sino el volumen que utilizan; lo recomendable es no sobrepasar los 60 decibeles”, señala el doctor Roberto Torres Galindo, de la Clínica 2 del IMSS.
UN DAÑO IRREVERSIBLE
Una vez ocurrido el daño, la pérdida ocasionada no se puede recuperar; además, se debe considerar que al pasar de los años el oído humano tiene una degeneración por el envejecimiento; además de sumar las enfermedades crónicas que un individuo pueda
presentar.
Se recomienda evitar el uso de estos equipos y ambientes ruidosos y hacer conciencia de la contaminación que genera el ruido por los altos decibeles de la música, además de las complicaciones ocasionadas en los jóvenes.
El tiempo en el que se presentan las consecuencias varía de acuerdo con la susceptibilidad de cada persona, en función del número de horas que se dediquen a esta tecnología y a la frecuencia con que lo hagan.
“En principio el paciente escucha, pero el daño le impide distinguir lo que la gente dice y por esta razón cada día requiere un volumen de sonido más alto, hasta que el daño es muy severo y entonces la enfermedad se hace evidente,” concluyó el especialista.