Vanguardia

DAÑOS IRREVERSIB­LES AUDÍFONOS HOY; SORDERA MAÑANA

Escuchar música a alto volumen incrementa los riegos de quedar sordos

- CHRISTIAN MARTÍNEZ

Cada vez son más quienes encuentran agradable y útil usar audífonos.

Si se sale a la calle y se observa con atención, se podrán ver a mujeres y jóvenes, adultos y hasta niños realizando sus labores diarias al ritmo de la canción que escuchan con esos aparatos pegados a sus oídos.

¿Y es que a quién no le gusta escuchar música a todo volumen mientras corre, trapea, camina, barre o hace de comer?

El uso de auriculare­s se ha extendido a lo largo del día y en cualquier espacio, no importa si se está en el trabajo, la escuela o la casa.

A esta generación no le llena una tarea y prefiere hacer mucho al mismo tiempo.

Tienen la idea —en parte equivocada— de que se puede comer, leer, correr, caminar, manipular objetos, escribir, escarbar, pintar una pared, estudiar, operar o conducir un auto al mismo tiempo que se escucha música a alto volumen, y sin que los afecte. Y bueno, pues no. Está más que demostrado que el uso de audífonos afecta nuestra concentrac­ión, pero sobre todo, daña nuestros oídos y en ocasiones pone en riesgo la vida misma, por ejemplo, al ir por la calle caminando y escuchando música, ya que de alguna manera se pierde la conexión con la realidad.

EL MAL QUE OÍMOS

Utilizar audífonos durante más de 8 horas y a un volumen superior a los 60 decibeles, puede provocar de manera gradual daños irreversib­les en el sistema auditivo, que se manifestar­án en la etapa adulta de la persona.

Los jóvenes de entre 15 y 24 años son quienes más incurren al uso de los teléfonos y computador­es portátiles, juegos de video y demás dispositiv­os. Estas afecciones también suelen ocurrir a quienes permanecen expuestos al ruido laboral crónico.

“No sólo es preocupant­e el tiempo que pasan los jóvenes con estos aparatos, sino el volumen que utilizan; lo recomendab­le es no sobrepasar los 60 decibeles”, señala el doctor Roberto Torres Galindo, de la Clínica 2 del IMSS.

UN DAÑO IRREVERSIB­LE

Una vez ocurrido el daño, la pérdida ocasionada no se puede recuperar; además, se debe considerar que al pasar de los años el oído humano tiene una degeneraci­ón por el envejecimi­ento; además de sumar las enfermedad­es crónicas que un individuo pueda

presentar.

Se recomienda evitar el uso de estos equipos y ambientes ruidosos y hacer conciencia de la contaminac­ión que genera el ruido por los altos decibeles de la música, además de las complicaci­ones ocasionada­s en los jóvenes.

El tiempo en el que se presentan las consecuenc­ias varía de acuerdo con la susceptibi­lidad de cada persona, en función del número de horas que se dediquen a esta tecnología y a la frecuencia con que lo hagan.

“En principio el paciente escucha, pero el daño le impide distinguir lo que la gente dice y por esta razón cada día requiere un volumen de sonido más alto, hasta que el daño es muy severo y entonces la enfermedad se hace evidente,” concluyó el especialis­ta.

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Advertenci­a. El uso de audífonos, además de dañar el oído, pone en riesgo la vida. No los utilice cuando sale a la calle; corre el riesgo de ser atropellad­o (a).
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